Bajan las retenciones, pero el campo sigue pagando caro: más de la mitad se va en impuestos
- Telediario Digital
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El nuevo Índice FADA muestra una leve mejora para el sector agropecuario, impulsada por la baja de retenciones y mejores precios internacionales. Sin embargo, la carga impositiva sigue superando el 50% de la renta agrícola y reaviva el debate federal sobre el peso del Estado en las economías regionales.
El campo argentino muestra señales de alivio, pero lejos está de respirar tranquilo. El último Índice FADA, presentado en diciembre, indica que la presión impositiva sobre una hectárea agrícola cayó algunos puntos porcentuales respecto de septiembre. Aun así, más del 50% del resultado económico del productor termina absorbido por impuestos.
En diálogo con Fiorella Savarino, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), se explicó que el índice mide cuánto pesan los impuestos nacionales, provinciales y municipales dentro de la renta agrícola.
“Hoy estamos en torno al 56%, que es una de las presiones más bajas de los últimos años, pero sigue siendo más de la mitad de lo que produce el campo”, señaló.
La mejora registrada en esta medición se explica por dos factores clave: una recuperación en los precios internacionales de la soja y el maíz, y la baja permanente de los derechos de exportación anunciada el 9 de diciembre.
En concreto, se redujeron dos puntos porcentuales para soja y trigo, y uno para maíz y girasol. Aun así, Savarino fue categórica: “Desde FADA sostenemos que las retenciones no deberían existir. Son un impuesto distorsivo que castiga la producción”.
El informe también pone el foco en una discusión de fondo: el impacto federal. Los impuestos nacionales no coparticipables, como las retenciones, hoy tienen una incidencia menor —alrededor del 5,5%— pero históricamente concentraron una porción mucho mayor de la recaudación.
“Son recursos que no vuelven automáticamente a las provincias, que son donde se produce y se invierte”, advirtió la economista.
Otro punto relevante es la fuerte diferencia entre provincias. Si bien el índice presenta un promedio nacional, las variaciones responden menos a impuestos específicos y más a las estructuras productivas: rindes, costos de insumos y, sobre todo, distancia a los puertos. En ese esquema, las economías regionales alejadas de la zona núcleo siguen corriendo en clara desventaja.
De cara a 2026, las expectativas productivas son moderadamente positivas. Se proyecta una buena campaña en volumen, especialmente en maíz y trigo, aunque con precios internacionales más bien neutros.
El dato que inquieta es que, aun en uno de los “mejores” escenarios fiscales de los últimos años, el campo sigue entregando más de la mitad de su renta al Estado. Un número que vuelve a encender la discusión sobre competitividad, federalismo y desarrollo productivo.