Valencia autoriza a un circo a volver a usar animales en sus shows
- Telediario Digital
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Tras una década de prohibición, el municipio habilitó nuevamente la presencia de animales en espectáculos circenses. Organizaciones defensoras del bienestar animal advierten por una regresión que reabre un debate que parecía cerrado en Europa.
Después de más de diez años sin animales en escena, la ciudad de Valencia volvió a autorizar su uso en espectáculos circenses. La decisión municipal permite que un circo incorpore determinadas especies en sus funciones, rompiendo con una normativa que había sido celebrada como un avance en materia de protección animal.
La habilitación alcanza al tradicional Circo de Nadal, un espectáculo navideño de fuerte arraigo cultural y alta convocatoria durante las fiestas de fin de año. Según lo autorizado, podrán utilizarse animales como llamas, dromedarios, avestruces y ocas, mientras que continúa prohibida la presencia de fauna silvestre como cocodrilos u otras especies consideradas de mayor riesgo.
La medida generó un inmediato rechazo por parte de organizaciones defensoras de los derechos de los animales, que calificaron la decisión como un “retroceso” en términos de bienestar animal.
Desde estos colectivos sostienen que el uso de animales en espectáculos carece de valor educativo y responde únicamente a fines comerciales, además de exponerlos a estrés y condiciones incompatibles con su naturaleza.
El debate no se limita a Valencia. En distintos puntos de Europa, durante la última década, se consolidó una tendencia a eliminar progresivamente la utilización de animales en circos, con normativas restrictivas en ciudades y regiones que marcaron un cambio cultural profundo. Por eso, la autorización reavivó la polémica y encendió alertas en organizaciones de otros países, que temen que la decisión siente un precedente.
Mientras el circo celebra la habilitación como una excepción acotada y controlada, el tema volvió al centro de la escena pública. La discusión ya no es solo legal, sino ética y cultural: si se trata de preservar tradiciones o de sostener estándares de bienestar animal que, para muchos, ya no deberían estar en discusión en pleno siglo XXI.