Por qué Portugal está en las calles: La reforma laboral que encendió a los gremios
- Telediario Digital

- hace 12 horas
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Los principales sindicatos portugueses salieron a las calles para rechazar la reforma laboral del gobierno conservador de Luis Montenegro. Denuncian que facilita despidos, prolonga contratos temporales y debilita la negociación colectiva. En diciembre habrá paro general.
Portugal vive su semana más convulsionada del año: miles de trabajadores se movilizaron en Lisboa y diversas ciudades para rechazar la reforma laboral impulsada por el gobierno conservador de Luis Montenegro.
La propuesta, que será debatida en la Asamblea Nacional, apunta a introducir “más productividad y flexibilidad” en el mercado laboral; para los gremios, representa un retroceso histórico en derechos laborales.

Según el análisis del corresponsal Marcelo D’Aloisio, el proyecto modificaría más de un centenar de artículos y reconfiguraría pilares centrales de la legislación vigente. Los sindicatos denuncian que el texto habilitaría despidos más simples, extendería la duración de los contratos temporales y transformaría los “servicios mínimos” en “servicios máximos”, debilitando la capacidad de huelga.
También advierten que permitiría a empresarios quebrar empresas y reabrirlas con personal precarizado.
Es la primera vez en una década que los dos gremios más importantes del país, la CGTP y la UGT, acuerdan una medida conjunta: convocaron un paro general para el 11 de diciembre. Incluso sectores sindicales vinculados al propio gobierno se sumaron a las protestas, lo que expone la magnitud del rechazo social.

La reforma surge en un contexto europeo donde varios países avanzan hacia cambios laborales y previsionales. Grecia ya aprobó una ampliación de jornadas y flexibilizaciones similares, mientras Francia impuso ajustes previsionales que también desataron manifestaciones masivas. Portugal se vuelve así un nuevo capítulo de una tendencia continental marcada por la tensión entre modernización económica y protección de derechos.
El desenlace dependerá del debate parlamentario. Pero la presión en las calles y el frente gremial unificado anticipan un escenario político difícil para el gobierno luso, que enfrenta un conflicto que ya trascendió fronteras y reabre el debate sobre el futuro del trabajo en Europa.




