No iba a participar, vio la convocatoria por Instagram y terminó siendo el ganador del país
- Telediario Digital
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Tomás, alumno del Instituto Industrial de Río Cuarto, se consagró en una competencia nacional de tecnología organizada en Buenos Aires. Su proyecto sobre ciudades inteligentes y soluciones ecológicas fue destacado entre participantes de todo el país. Un logro que reabre el debate sobre el valor de la educación técnica en el desarrollo del país.

En Buenos Aires se realizó una de las competencias tecnológicas más importantes del país, donde se miden estudiantes de distintas provincias en innovación, diseño y pensamiento científico. Este año, el gran ganador fue Tomás, alumno del Instituto Industrial de Río Cuarto, quien conquistó el primer puesto con un proyecto vinculado a la creación de ciudades inteligentes y sustentables.
El certamen, que cambia de disciplina cada año, exige meses de preparación. Los alumnos estudian materiales de nivel universitario y atraviesan pruebas teóricas y prácticas hasta llegar a la final presencial.
“Tuvimos que construir una ciudad inteligente, diseñar un puente resistente y crear una batería de gravedad en pocas horas. Fue un desafío total”, contó Tomás, que viajó junto a su profesor Nicolás Álvarez.
Lo más sorprendente es que el joven cordobés compitió en una disciplina ajena a su especialidad. “Yo venía de estudiar física y química, nada que ver con urbanismo o construcción. Aprendí todo de cero con la ayuda de mis profes”, explicó. Su esfuerzo no solo lo llevó a ganar el primer premio —una beca universitaria en Buenos Aires y materiales tecnológicos para su escuela— sino también a cambiar su futuro: decidió estudiar ingeniería en lugar de medicina.
Desde la institución, el profesor Fernando Neira destacó el esfuerzo colectivo detrás del logro:
“Más de 100 docentes formaron parte del proceso educativo de Tomás. Cada maestro dejó su huella. Para nosotros, es un premio a toda la comunidad educativa”.
El caso refleja el potencial de la educación técnica en Argentina, muchas veces relegada por la falta de inversión y apoyo sostenido. En el Industrial de Río Cuarto, los alumnos desarrollan proyectos con inteligencia artificial, crean aplicaciones y hasta fabrican productos para financiar sus propios materiales.
“Los chicos venden jabón líquido o fideos para poder participar en las competencias. No hay excusas: si no hay recursos, se buscan”, resaltó el docente.
El logro de Tomás pone en valor una enseñanza técnica que, lejos de ser del pasado, se muestra más vigente que nunca. En tiempos de incertidumbre laboral y debates sobre la automatización, su historia recuerda que la educación pública y el talento joven del interior siguen generando futuro.

