La Argentina empaquetada: el boom del puerta a puerta que ahoga a las pymes
- Telediario Digital
- hace 28 minutos
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El Gobierno celebró un repunte de la actividad, pero detrás del alivio estadístico crece una dinámica que inquieta a industrias y comercios: la importación minorista por courier se disparó casi 300% interanual. El dólar atrasado, las franquicias amplias y la resolución 25 de Aduana reconfiguraron el mercado y profundizan el golpe a las economías locales.

La Argentina empaquetada es hoy una postal económica: un país donde la actividad industrial retrocede, el consumo interno no repunta y miles de pequeños comercios se preguntan cómo competir frente a un aluvión de productos que llegan directo desde el exterior, sin escalas y con costos imposibles de igualar. Mientras el Gobierno destaca que se rompió la tendencia recesiva y la actividad creció “0%” respecto del mes previo, el motor detrás de ese movimiento viene del sector financiero y no de la producción real.
En el programa, el análisis fue claro: la especulación financiera sigue empujando números positivos, pero las fábricas y comercios viven otra realidad. Muchas empresas están cerrando o directamente reconvirtiéndose para importar. ¿El motivo? El servicio de courier —el sistema postal privado que transporta documentos y paquetes puerta a puerta— explotó y se volvió un canal masivo de importación minorista. Según el propio informe citado al aire, el sistema creció casi 300% interanual, un salto que no tiene antecedentes recientes.
El cambio de escenario se aceleró con la resolución general 25 de Aduana: ahora se permiten envíos con múltiples piezas de hasta 50 kilos cada una, sin límite de peso total, y con un valor máximo por operación mucho más alto que el régimen tradicional. Además, las compras personales tienen una franquicia de hasta USD 400, muy por encima de los USD 50 que regían antes. Con el dólar barato, la ecuación quedó servida: comprar afuera es más conveniente que adquirir productos nacionales.
Los datos grafican la magnitud del fenómeno. Desde marzo, la curva de paquetes importados no dejó de subir, marcando picos en septiembre y octubre. Solo este año, las compras acumuladas vía courier alcanzaron USD 694 millones, aun cuando el tope por envío es de apenas USD 3.000. La ropa —impulsada por plataformas asiáticas— es el segmento estrella, pero el impacto se extiende a accesorios, electrónica, insumos y bienes de bajo costo que antes abastecían comercios locales.
El problema trasciende Buenos Aires: afecta a provincias y ciudades donde la industria textil, metalmecánica, marroquinera o electrónica sostienen empleo directo y regional. La competencia es despareja: mientras una pyme del interior paga impuestos, logística, tarifas y financiamiento caro, un envío puerta a puerta entra con costos mínimos y sin la estructura fiscal que soporta el aparato productivo. El resultado es inmediato: menos ventas, cierres silenciosos y pérdida de empleo federal, especialmente en economías regionales ya golpeadas.
Frente a este escenario, el debate se volverá inevitable. Si el atraso cambiario continúa y los beneficios al courier se mantienen, las importaciones minoristas seguirán creciendo. Las pymes presionan por regulaciones más equilibradas, mientras consumidores aprovechan los precios bajos del exterior. En el corto plazo, el Gobierno deberá definir si profundiza este modelo de apertura minorista o si introduce medidas para evitar que el país termine, literalmente, empaquetado.

