Treinta años después, habla la hija de la mujer que huyó entre las bombas con sus hijas en brazos
- Telediario Digital

- hace 2 días
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Daniela Cañadas tenía apenas dos años cuando su madre, Shirley Rivarola, huyó entre el humo y las explosiones con ella y su hermana en brazos. Treinta años después, desde Río Cuarto, reconstruye aquel día, el trauma que perdura y el recuerdo de los tres hombres que las salvaron.

Treinta años después del atentado que devastó Río Tercero, una de las imágenes más recordadas vuelve a cobrar vida: la de una madre corriendo entre el humo y los escombros con sus dos hijas pequeñas en brazos. Esa mujer era Shirley Rivarola, y una de esas niñas es Daniela Cañadas, quien hoy vive en Río Cuarto y lleva consigo la memoria de aquel día.
“Este año fue más difícil, porque ya no está mamá. Escucharla en los videos fue muy fuerte”, contó Daniela en diálogo con Telediario Digital. “Siempre decimos que cada 3 de noviembre es como un cumpleaños nuevo, el día en que volvimos a nacer”, agregó, al recordar cómo un reportero local las rescató entre las llamas.
La escena quedó grabada en los noticieros y en la historia argentina. Shirley había tomado a sus hijas —una de dos años y otra de apenas un mes— y corrió sin rumbo, guiada solo por el instinto de sobrevivir.
“Creo que ese día todos estuvimos cubiertos por un manto especial”, dice hoy Daniela. “Si las explosiones hubieran sido un poco antes, el destino hubiese sido otro”.
La joven, que hoy tiene su propia familia, habla con serenidad pero sin olvidar la herida. “El miedo nunca se va. Las sirenas, los portazos, los ruidos fuertes... nos siguen haciendo temblar. Es algo que queda en la mente, aunque no lo recuerdes conscientemente”, relató.
Tras las explosiones, su familia fue evacuada a los hoteles de Embalse. Allí permanecieron varios días hasta poder volver a su casa.
Con los años, Daniela reconoce que hubo abandono y silencio: “El Estado no acompañó y la justicia no existió. Pero hoy, con la Universidad Nacional de Río Tercero, sentimos que algo se reparó, aunque falta mucho”.

Shirley falleció hace pocos meses, pero su historia sigue viva en las voces de sus hijas y en el “Paseo del Milagro”, levantado a pocas cuadras de donde vivían. “Nos salvaron tres ángeles: Gustavo, Pedro y La Arena. Gracias a ellos estoy acá, contando esta historia”, cerró Daniela.
Treinta años después, la imagen de su madre sigue siendo símbolo de coraje, de una ciudad que nunca olvidó y de una herida que todavía busca justicia.




