¿Reforma o ajuste?: los gremios advierten que saldrán a la calle

El diputado nacional y secretario general de la CTA, Hugo Yasky, aseguró que el proyecto que impulsa el Ejecutivo “no busca modernizar el trabajo sino abaratar los despidos y fragmentar la fuerza sindical”. Anticipó que, si el Gobierno avanza, las centrales gremiales “van a estar en la calle”.

El debate por la reforma laboral reavivó la tensión entre el Gobierno nacional y las organizaciones sindicales. En diálogo con Telediario Federal, el diputado nacional y secretario general de la CTA, Hugo Yasky, calificó el proyecto como “una imposición del Fondo Monetario Internacional y de las cámaras empresarias norteamericanas”.

“El objetivo no es mejorar las condiciones de trabajo ni ayudar a las pymes. Es reducir el costo de los despidos y debilitar a los sindicatos”, advirtió. Según el dirigente, la iniciativa incluye una baja drástica en las indemnizaciones, la negociación por empresa y la pérdida de los convenios colectivos nacionales, lo que implicaría “retroceder a una legislación laboral previa al peronismo”.

Para Yasky, se trata de una “contrarreforma” que apunta a “disciplinar a los trabajadores” y a consolidar un modelo económico de ajuste. “El Gobierno ha hecho todo para que caigan los salarios, se frene la obra pública y aumenten los despidos. El despido barato disciplina y abarata la mano de obra”, señaló.

El referente gremial confirmó que las centrales sindicales se preparan para resistir la iniciativa.

“Si el Ejecutivo avanza sin diálogo, el movimiento obrero va a estar en la calle. Ya resolvimos pedir reuniones con todos los bloques del Congreso, pero si no somos escuchados, habrá movilización”, adelantó.

Yasky también cuestionó el modo en que el Gobierno plantea el diálogo político con las provincias. “Convocan solo a los que piensan igual. Ese no es un diálogo, es un intento de subordinación”, afirmó, en referencia a la cumbre de gobernadores convocada por Javier Milei.

Mientras el Ejecutivo promete “modernización y competitividad”, los gremios ya comienzan a organizarse para enfrentar una nueva pulseada que podría marcar un punto de inflexión en la relación del Gobierno con el mundo del trabajo.

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