Milei, el presidente incivilizador de adversarios
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Actualizado: hace 3 días
Por Guillermo Geremía
“Kicillof y sus secuaces psicopatean a toda la población para que estén agradecidos a ellos. Un delirio propio del tirano de aldea que gobierna la provincia, el comunista enano Kicillof”.
Las palabras de Javier Milei en el acto en La Plata, en donde el Presidente asumió ser el principal candidato para las elecciones legislativas provinciales de setiembre próximo, desnudó dos realidades: una política y otra personal. La máxima autoridad de la República queda sin vestidura sino se pone el ropaje de insultador serial, rol que había prometido abandonar tras las recomendaciones de sus estrategas electorales de bajar los decibeles a la hora de referirse a sus adversarios políticos. La segunda realidad es que Milei, en el ataque al gobernador de Buenos Aires eligió ponerlo en el centro de su propia adversidad política porque saben él y su entorno que no tienen para mostrar más que el discurso virulento y las procacidades verbales en tono de cantante de heavy metal: “enaaaanoooo…marxistaaaaaaa”. Dos categorizaciones incomprensible, una propia de la estigmatización de cuerpos ajenos y otra absolutamente desfasada de las actuales ideologías políticas tanto locales como internacionales. Quien venía a ofrecernos un nuevo mundo de libertades plenas tanto personales como económicas, hace foco en la talla de sus adversarios políticos y remite a arcaicas realidades políticas nunca materializadas por estas tierras.

“La gente percibe que Milei está en ‘modo electoral’. Esas cosas generan un poco de cansancio. Estos discursos transitan por el costado de ‘la sorpresa’ a cada rato y muchos actores aún no han sabido cómo posicionarse ante eso. Apuntan a eso, a confundir y a shockear” analiza el especialista en comunicación política y consultor Mario Riorda. Un significativo sector de la sociedad y buena parte de la dirigencia política no termina de encontrarle el tempo a la respuesta, al cañón de espuma descalificadora de quien piensa distinto, que ha sido en estos 20 meses la boca del Presidente Javier Milei. Sería motivo de riguroso análisis lingüístico de laboratorio sino se tratara del lenguaje procaz de quien encarna la máxima representación política de un país con lo que todo esto implica y su deriva peligrosa.
Riorda, el cientista cordobés nacido en Villa Ascasubi - a pocos kilómetros de Hernando- y hoy proyectado internacionalmente por su prestigio, considera que la utilización de estas formas discursivas es consciente y planificada. “La incivilidad discursiva es una corriente del discurso político, que se profundizó con la aparición más fuerte de la derecha y se consolidó con la figura de Donad Trump. Es una especie de discurso del odio, pero con una vuelta de tuerca de negar la entidad y la condición ciudadana del otro”, explicó el politólogo en diálogo con el programa ASÍ SON LAS COSAS de 102.9 La Gospel de Río Cuarto.
‘Algunos discursos políticos más allá de la mera polarización, entrando en un terreno que autores, como Emily Sindor (2019), llaman discursos de incivilidad. La característica de estos es discursos que excluyen ciudadanía y derechos, niegan a la otredad o la humillan y estigmatizan’, prologa el trabajo realizado por Riorda junto a la doctora en comunicación social Patricia Nigro y cuyo capítulo argentino fue adelantado esta semana. El trabajo se centra en los presidente Javier Milei (Argentina), Nayib Bukele (El Salvador) y Rodrigo Chaves Robles (Costa Rica), con el título “Discursos de incivilidad: como perjudican a las democracias latinoamericanas”. Los autores caracterizan a estos discursos de incivilidad por la exageración, la ausencia de verdad, la reproducción oficial de ecosistemas alternativos no oficiales, la violencia explícita, la asimetría mediática desde donde son ejercidos y la hostilidad digital contra sus oponentes, entre otros. Cualquier parecido con nuestra propia realidad es plena coincidencia.
Rechazado por ajenos y muchos propios
“El 40% de los simpatizantes de Milei le están pidiendo moderación en sus discursos. Son sus propios votantes”, expresa Mario Riorda basándose en la encuesta especial realizada para investigación. El sondeo de opinión fue ejecutado por la consultora Zuban-Córdoba y asociados. En el trabajo de campo efectuado entre 10 y el 13 de julio establece también, que el 53% de los votantes de Milei considera que su discurso agresivo refuerza el autoritarismo. “Hay que tener cuidado. Sus propios simpatizantes están pidiendo, de mínima, un límite”, asegura el consultor político. Además un 39% opina que el Presidente actúa en sus actos y discursos siempre o frecuentemente abusando de las redes sociales, intentando controlar a los medios de comunicación y usando mucha propaganda. 4 de cada 10 de sus leones están disconformes con la actitud de su líder político.
Desde el minuto uno de su gobierno, el economista Javier Milei decidió no desprenderse de su carácter irascible sino más bien reforzarlo, para desde lo verbal y también desde lo gestual someter a sus adversarios políticos. Sobran los insultos, las alusiones sexuales y la procacidad en sus palabras para ningunear a economistas, periodistas y dirigentes sociales y políticos que no se someten a la genuflexión pretendida. También desde lo no verbal, darle la espalda al Congreso en su discurso de apertura, no saludar a la Vicepresidenta o dejar con la mano extendida sin estrecharla al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires son claras manifestaciones de una peligrosa gestualidad que alimenta la idea de no respeto de prácticas protocolares básicas en el ámbito de las instituciones democráticas. Cada movimiento de la persona, máxime cuando se trata de la suprema autoridad política de la República, trasunta su grado de respeto a los valores del sistema que nos hemos dado para vivir y convivir aún en las más profundas diferencias. El 53% de sus votantes es consciente que su forma de hablar refuerza el componente autoritario de Milei.
La investigación de Nigro y Riorda determinó 5 categorías que dominan el discurso del actual Presidente de Argentina. La desligitimación del adversario, quienes piensan distinto son presentados como enemigos, traidores de la patria o agentes del caos. La concentración del poder, en manos de un líder o un pequeño grupo, minimizando o eliminando los controles y equilibrios institucionales. En tercer lugar, la confusión entre discurso de campaña y comunicación de gobierno. Se niegan a explicar sus decisiones o admitir sus errores. La apelación a valores tradicionales y nacionalistas es la cuarta categoría, el líder se presenta como garante de la identidad nacional, de la moral pública y se hace ver como “salvador del pueblo”. Por último, la presencia de un componente prescriptivo, sus directivas aparecen como incuestionables y necesarias para el bien común.
El mal de algunos países de Latinoamérica que empieza a contagiar a otras regiones del mundo, encuentra al menos algún consuelo en nuestro país. No de tontos sino de democráticos y de saber cuánto dolor nos costó conseguir su continuidad durante 4 décadas ininterrumpidas pese a todas sus defecciones. “El dato positivo es que hay ciertos matices que en Argentina son muchos más leves que en toda la región”, asegura Riorda. Solamente 1 de cada 20 argentinos podría aceptar un gobierno autoritario a cambio de que solucione todos los problemas que tenemos.
No obstante, en la tercera consideración del informe de Riorda y Nigro “se registra una clara percepción de daño democrático y afectación del debate público, la convivencia social, la participación electoral y la relación con los medios, asociada al estilo discursivo de incivilidad del presidente argentino”.
Esta manifiesta incivilidad que propugna el Presidente Milei no es compatible ni tampoco justificable con logros que lleven bienestar a la mayoría de la población. Resulta una verdadera incógnita saber cuáles son las razones profundas para que alguien a quien le ha empeorado su calidad de vida todavía sienta que la prepotencia del líder libertario lo identifica. No alcanza con la insostenible fundamentación que en la vereda de enfrente hay un ‘liliputiense marxista’; más bien habría que preguntarse si no se trata del emergente del propio ‘enano fascista’ que muchos argentinos tienen alojado en su interior.
Así son las Cosas.