Jubilados y hasta gente con empleo hacen cola por un plato de comida: la crisis que el indec no muestra

En el Comedor Deolinda, de Banda Norte, pasaron de entregar 60 a 160 viandas en dos años. Jubilados, changarines y hasta trabajadores con empleo se suman en busca de un plato de comida.

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La realidad cotidiana en los barrios de Río Cuarto contrasta con los datos oficiales. Mientras el Indec informó una baja en los índices de pobreza, en los comedores comunitarios aseguran que la demanda de alimentos no deja de crecer y que ya no dan abasto.

En el Comedor Deolinda, de Banda Norte, Yolinda y su equipo de voluntarios entregan 160 viandas cada martes y jueves. Hace apenas dos años eran 60.

“Yo doy 160 viandas, antes eran 60. La gente viene a buscar la comida, muchos son de otros barrios porque no les alcanza. Hicimos tres paquetes de espaguetis y una olla entera de salsa, y se terminó todo”, relató.

El comedor funciona gracias a donaciones de vecinos y empresas, ya que la ayuda municipal resulta insuficiente. “Mientras haya, yo no tengo problema en darles. Pero la necesidad cada vez es mayor”, explicó Yolinda, que remarca el esfuerzo diario para sostener la tarea.

El perfil de quienes asisten también cambió. Ya no son solo familias en situación de vulnerabilidad. “Vienen changarines, gente que trabaja en la arena del río, obreros que cuando no tienen trabajo piden fideos, arroz, pan o leche, que es lo que más solicitan. También hay jubilados, incluso uno que fue militar y que con su pensión no puede cubrir alquiler, remedios y gastos médicos”, contó.

La encargada del comedor advirtió que la situación podría agravarse: “Yo diría que esto va a crecer aún más, porque la pobreza se ve muchísimo. No hay diferencia entre pobres y ricos, ahora todos estamos igual. Lo que más se nota es en la comida”.