Gaza se encuentra bajo una tregua, pero no encuentra la paz
- Telediario Digital

- 23 oct
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Por Pablo M. Wehbe | Luego del discurso de Donald Trump en la Knesset (Parlamento) israelí de Jerusalén, en el que pidió a los gritos “el indulto” para Netanyahu, y del acto con otros líderes europeos y árabes en Sharm-el-Sheij (Egipto), empezó a regir el cese del fuego (que no “paz”) entre las FDI (Fuerzas de Defensa Israelíes) y el grupo terrorista Hamas. Pero esa tregua -que debería haber implicado también el cese de las restricciones israelíes al ingreso de ayuda humanitaria a la franja- se vio rápidamente cortada por un ataque guerrillero contra soldados israelíes (dos muertos) que provocó una fuerte reacción israelí que arrojó más de 100 toneladas de explosivos sobre el terreno.

Frente a ello, el grupo Hamas expresó que “quienes habían atacado a las FDI eran guerrilleros que estaban siendo combatidos por la Resistencia Palestina”, al tiempo que expresaron su “irrevocable decisión” de acatar el cese del fuego y cumplir con la entrega de rehenes vivos y cuerpos de asesinados. Trump, cabe destacar, reivindicó lo actuado por Hamas al tiempo que dijo a Israel que “debían cesar sus ataques, pues los argumentos de Hamas eran creíbles”.
En este tema, nuevamente Netanyahu tardó dos días en incumplir el acuerdo: con el argumento de que “Hamas no estaba devolviendo los cuerpos de los asesinados”, cortó el ingreso de ayuda humanitaria en el Corredor Filadelfia (sur de la Franja, límite con Egipto)
Una vez más, Hamas expresó que “entregaba los cuerpos de los rehenes que estaban en su poder, pero muchos de los muertos estaban bajo los escombros provocados por bombardeos de las FDI”, y que llevaría tiempo su identificación y entrega. Nuevamente, Trump avaló lo expresado por Hamas y pidió a Netanyahu que tuviera paciencia.

Pero cuando se pensaba que todo iba sobre rieles, Trump había enviado 200 soldados para garantizar el alto el fuego y varios Estados de la región se ofrecieron para “policía de seguridad” (esencialmente Egipto y Turquía), y el Canciller Merz convocaba a una reunión internacional para discutir el financiamiento de la reconstrucción de Gaza, en la Knesset israelí ingresó un proyecto de un Diputado de extrema derecha para “anexionar Cisjordania”. Si bien las leyes que puedan alterar fronteras o normas constitucionales tienen un trámite muy complejo en Israel, el proyecto fue aprobado por 25 votos a favor, 24 en contra (el partido de Netanyahu), y 71 abstenciones.
Ese proyecto -que no es ley aún-, contradice abiertamente el acuerdo firmado con Trump por el cual “Israel se abstendrá de anexionar territorios palestinos”; es que la extrema derecha religiosa que cogobierna con Netanyahu no está de acuerdo ni con la tregua, ni con retroceder, ni mucho menos con abandonar la Franja, y para nada con hablar de autogobierno palestino (mucho menos de Estado palestino). Netanyahu leyó el proyecto como “una muestra de presión política que no puede tapar los enormes logros obtenidos en el terreno”.

Más allá de la preocupante anécdota, está claro que hay una importante franja política israelí totalmente contraria a cualquier tipo de diálogo con el sector palestino o siquiera de hablar de profundizar los desfallecientes Acuerdos de Oslo, que dotaron a Cisjorda-nia y Gaza de autonomía relativa palestina. Asimismo, tampoco en el sector palestino hay confianza en Israel ni en su población. Los colonos que habitan en Cisjordania, son reconocidos por su nivel de violencia y agresividad contra sus vecinos palestinos.
En definitiva, lo único que hoy parece interponerse entre dos partes que necesitan continuar los combates por conveniencias políticas (y de sobrevivencia), es decir, el Gobierno de Netanyahu y ciertos sectores palestinos de Hamas, es la firme voluntad de Trump (apoyada por la Liga Árabe), detrás de la cual está su obsesión por el Nobel de la Paz
Por todo ello, hay que ver el grado de éxito que podrán tener en Israel el Vicepresidente norteamericano J. Vance junto con Jared Kushner (yerno de Trump) en sus reuniones con Netanyahu, a quien intentarán presionar para seguir adelante con el acuerdo firmado en Egipto.

¿Qué resta? Casi nada; pactar la nueva Administración Transitoria, restablecer servicios (agua y luz), permitir asistencia humanitaria…y establecer fechas para el retiro de las fuerzas israelíes. Y por el lado palestino, el desarme de Hamas y el retiro de la Adminis-tración de la Franja de Gaza.
Ojalá todo fuera posible solamente con la buena voluntad de buenos dirigentes. Pero frente a la ilusoria necesidad de “buena voluntad de buenos dirigentes”, las mezquinas necesidades de sobrevivencia política y los no menos mezquinos cálculos electorales pueden hacer zozobrar cualquier iniciativa.
En el medio, como siempre, está la gente. Cabría preguntarse a quién le importa.
(*) Pablo M. Wehbe es doctor en Derecho, especialista en relaciones internacionales. Además es profesor en la Universidad Nacional de Río Cuarto y en la de Villa María. En televisión, es columnista del programa “Argentina en Noticias” de Telediario Televisión




