G-FB8DD12N61 Desregulación, precios por el piso y chacras en venta: la yerba mate entra en zona crítica
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Desregulación, precios por el piso y chacras en venta: la yerba mate entra en zona crítica

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    Telediario Digital
  • hace 11 minutos
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La desregulación del mercado de la yerba mate, la caída del precio y el aumento de costos empujan al límite a miles de pequeños y medianos productores en Misiones y Corrientes. En diálogo con este medio, Marcelo Hacklander, productor yerbatero y presidente de la UDAM, advierte que 2026 podría marcar la “extinción” del productor familiar si no hay medidas urgentes, incentivos a la innovación y una respuesta política a la altura de una economía regional clave.

La economía yerbatera entra en una fase crítica y el alerta ya suena fuerte en Misiones y Corrientes. La desregulación del mercado, los cambios en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y el avance del decreto desregulador dejaron al pequeño productor frente a un escenario que muchos califican como terminal.

“El año que se viene aún va a ser mucho más complicado”, advierte Marcelo Hacklander, productor yerbatero y presidente de la UDAM, que ya habla sin eufemismos de “inviabilidad” para miles de chacras.

Desde hace meses, el sector denuncia que la eliminación de herramientas de regulación rompió el equilibrio más frágil de la cadena: el de los pequeños y medianos productores, alrededor de 10.000 familias.

“Todas estas desregulaciones afectan directamente al pequeño y mediano productor”, remarcó Hacklander.

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El precio que cobraban por la materia prima cayó de unos 400 pesos a unos 250 en promedio, mientras los combustibles, la mano de obra rural y los insumos se encarecieron de manera constante.

“Si no hay recomposición también para nosotros, la producción yerbatera se vuelve inviable”, sintetizó.

El impacto ya se ve en el territorio. “Hoy andás por las colonias y ves muchísimos lotes totalmente abandonados”, describe el entrevistado. Productores que hasta hace poco fertilizaban y limpiaban sus chacras comenzaron a recortar cualquier inversión porque no logran recuperar lo que ponen en la campaña.


La foto se parece demasiado a los ’90: campos en venta, familias que dudan si cosechar o dejar perder la producción y un horizonte de migración a las periferias urbanas.

“Muchísimos productores van a dejar de cosechar y muchos van a terminar migrando a las villas miseria de los pueblos. Eso va a ser lamentable”, advirtió Hacklander, con la voz quebrada.

El diagnóstico no se agota en el precio. Desde el sector remarcan la ausencia de respuesta tanto del gobierno nacional como de las provincias. “Los gobiernos provinciales tampoco pensaron en encontrar una solución a este problema de antemano. Todos creían que esto podía darse marcha atrás y volver a la normalidad”, cuestionó el productor. Según su relato, recorrieron despachos del gabinete nacional, la Cámara de Diputados y el Senado para explicar la necesidad de regulación o, al menos, de incentivos para innovar y abrir nuevos mercados.


Sin embargo, “hasta el día de hoy no hemos tenido respuestas en absoluto” y, lejos de eso, se avanzó con cambios que le quitan aún más facultades al INYM.


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La dimensión federal del conflicto es evidente: una decisión tomada desde Buenos Aires golpea de lleno a dos provincias cuya economía depende en gran parte de la yerba mate, mientras el discurso oficial habla de competitividad y alineamiento internacional. Hacklander plantea la contradicción de un gobierno que se declara cercano a Estados Unidos, pero no copia sus políticas de protección productiva.

“Si estamos tan alineados con Estados Unidos, ¿por qué no vemos las medidas que toma Trump con la mercadería que ingresa de otros países? Allá le aplican aranceles para evitar la pérdida de mano de obra, y nosotros acá nos estamos destruyendo solos. Es una locura absoluta”, disparó.

Frente a este escenario, el productor insiste en que la salida no es resignarse a la extinción del chacarero, sino apostar a la innovación y a una política activa para ganar mercados. Hoy las exportaciones de yerba mate no alcanzan ni el 20% de lo que se produce, lo que deja margen para crecer con valor agregado: productos certificados, cápsulas tipo café, solubles y formatos pensados para Europa y Norteamérica, donde el mate tradicional no forma parte de la cultura cotidiana.

“Si logramos que la exportación sea significativa, podríamos tener un futuro muy importante para la yerba, donde no alcance la tierra disponible para plantar”, se esperanza.

Pero ese futuro no ocurrirá solo. Hacklander les habla directamente a quienes “tienen la lapicera”: pide decisiones coherentes, incentivos concretos para innovar y una señal clara de que la Nación y las provincias entienden que está en juego algo más que un cultivo.

“Es destruir una economía regional que produce muchísima mano de obra”, resume.

Si no hay un giro de timón, 2026 puede consolidar un modelo donde sobreviven apenas un puñado de grandes empresas integradas y el pequeño productor termina vendiendo su chacra y convirtiéndose en empleado en sus propias tierras. Una radiografía incómoda para el federalismo productivo que la política, por ahora, prefiere no mirar.

 
 

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