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A sus 80 años, la ONU necesita algo más que un mero lifting

  • Foto del escritor: Telediario Digital
    Telediario Digital
  • 25 sept
  • 3 Min. de lectura

80 años. Pasaron 80 años desde aquel 26 de Junio de 1945, cuando se firmó la Carta que entró a regir el 24 de Octubre de ese mismo año. No puede caber duda respecto de que la ONU logró evitar una nueva conflagración global, que generó espacios de diálogo, produjo innumerables instrumentos multilaterales de defensa de los Derechos Humanos y llamó a la reflexión a Pueblos y Gobiernos sobre el daño -ya irreparable- al medio ambiente.


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La ONU fue creada en un contexto de fines de la Segunda Guerra Mundial, y claramente bajo una ideología realista que buscaba expresarle al mundo que los destinos planetarios iban a ser arbitrados por quienes habían ganado la contienda bélica. Así, Estados Unidos de América, la entonces URSS (hoy Rusia), Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte más China, serían los únicos Estados del Consejo de Seguidad (órgano ejecutivo de la ONU) en poder utilizar el derecho de veto, que surge del Art. 27 párrafo 3 de la Carta.


Pero, paralelamente, con el paso de los años -y fundamentalmente después de finalizada la llamada “Guerra Fría”- fue observándose la división clara del mundo entre hijos y entenados, esto es, entre quienes eran aliados o amigos de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad y quienes no lo eran.

Resultó tan obvio el tema de que se declaraba país “agresor” a quien no tuviera padrinos en el Consejo de Seguridad y se omitía la acusación a los amigos, que llegado el Siglo XXI surgieron múltiples voces que pedían la reforma de la Carta de la ONU.


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Hoy, hay un procedimiento abierto por varios Estados que se llama “Coalición para la Reforma de la Carta de las Naciones Unidas”, apostando por el hecho de que en algún momento se pueda aplicar el Art. 109 de la misma, esto es, que la mayoría de 2/3 la Asamblea General y al menos 9 miembros del Consejo de Seguridad avalen dicha convocatoria. Pero, no debe olvidarse que luego cualquier propuesta de reforma deberá ser refrendada por 2/3 de la Asamblea General…incluyendo a TODOS los miembros permanentes actuales del Consejo de Seguridad. Tarea casi imposible.


Sin embargo, los mismos Estados que están paralizando el accionar de la ONU (como Estados Unidos, que el pasado viernes vetó en total soledad un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad que exigía el cese de fuego en Gaza, la devolución de los rehenes y la urgencia de acciones humanitarias) son los que atacan en la Asamblea General al organismo. Escuchar el discurso del Presidente Trump fue, sencillamente, un insulto a la inteligencia.


Acusó a la ONU de apoyar a los Estados que “atacan a Occidente y alteran sus fronteras”, dijo que el organismo “es ineficaz para detener guerras, mientras él detuvo a siete” (sic), y paralelamente la desfinancia dejando de pagar las cuotas -obligándola a un brutal ajuste que ya implicó el cese de 2.700 empleados y funcionarios- de la misma manera que lo hace al retirarse de la OMS o de UNICEF

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Es imperioso continuar contando con una Organización Internacional cuyos objetivos sean el orden, la paz, el respeto y defensa de los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, pero también que tenga capacidad ejecutiva sin tener que depender de la voluntad política de los Estados que estén en el órgano de toma de decisiones.


No sirve seguir manteniendo un organismo que se limita a resoluciones condenatorias de carácter moral o, peor aún, decisiones que legitiman ataques, sanciones, embargos o señalamientos a países que hacen lo mismo que quienes toman esas decisiones…pero que no tienen la posibilidad de estar sentados en el Consejo de Seguridad.


Gaza y Ucrania son 2 de los más de 50 conflictos abiertos en el Planeta; hace falta más que buena voluntad o capacidad de presión diplomática -o mediática- para detenerlos.

Hace falta decisión política, muchas veces apoyada en capacidad de ejecutarlas. Pero si las palabras no son apoyadas por los hechos, si quienes acusan o atacan a la ONU son cómplices de quien viola la soberanía de otros Estados o agreden a niños o ancianos indefensos alegando “legítima defensa”, el futuro no podrá teñirse de esperanza.


A sus 80 años, la ONU necesita cirugía mayor, no un mero lifting para que cierta prensa complaciente aplauda a quienes muestran cambios para que nada cambie.





(*) Pablo M. Wehbe es doctor en Derecho, especialista en relaciones internacionales. Además es profesor en la Universidad Nacional de Río Cuarto y en la de Villa María. En televisión, es columnista del programa “Argentina en Noticias” de Telediario Televisión

 
 

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