Vecinos, solidaridad y rampas: cómo una ong logró que un barrio se ponga “manos a la obra”
- Telediario Digital
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Derecho sobre Rueda trabaja desde hace años construyendo y reparando rampas en veredas, escuelas y espacios públicos. Con donaciones y voluntariado, la organización impulsa acciones que ya empiezan a replicarse en otros barrios y ciudades.
En Córdoba, una organización decidió no esperar más. Se llama Derecho sobre Rueda y nació de una necesidad urgente: garantizar que las personas con movilidad reducida puedan transitar su ciudad sin obstáculos. Su misión se volvió tan concreta como necesaria: construir rampas donde no las hay, reparar veredas deterioradas y acompañar a quienes dependen de un recorrido accesible para estudiar, trabajar o simplemente vivir su día.

La ONG trabaja desde hace años promoviendo derechos, detectando barreras urbanas y generando soluciones que el Estado no siempre llega a cubrir. “Arrancamos cuando ni siquiera había colectivos adaptados. Teníamos que salir, estudiar, hacer rehabilitación, y era muy difícil movernos”, relató Marco Rodríguez, integrante de la organización. Ese fue el punto de partida para iniciar un trabajo que, con el tiempo, se volvió más amplio y más colectivo.
Hoy, Derecho sobre Rueda recibe donaciones de materiales y aportes de vecinos que quieren sumarse. Con esas colaboraciones lograron construir múltiples rampas y reparar veredas completas, como la de una escuela donde los estudiantes no podían ni tomar el colectivo por el estado del ingreso.
“No solo trabajamos para las personas en silla de ruedas. También beneficia a adultos mayores, madres con cochecitos y a cualquiera que transita una vereda rota”, explicó Rodríguez.
La organización no solo construye. También acompaña al sistema de transporte, verifica el funcionamiento de los colectivos adaptados y asesora a constructoras o vecinos que quieren sumar accesibilidad a sus obras. Y aunque su labor reemplaza, en parte, responsabilidades del Estado, su enfoque es propositivo: aportar soluciones y visibilizar que la accesibilidad es un derecho universal.

Las acciones de la ONG ya comenzaron a inspirar a otros barrios. “En una plaza, los vecinos se organizaron solos y empezaron a construir rampas. Ver eso es emocionante. La gente entiende que la accesibilidad mejora la vida de todos”, contó Rodríguez. Ese efecto contagio es, quizás, el mayor logro de este trabajo silencioso que no busca protagonismo, sino calles más justas.
Mientras tanto, Derecho sobre Rueda sigue sumando manos, construyendo, reparando y mostrando que un cambio profundo puede empezar con una rampa. Y con la convicción de que moverse con libertad no debería ser un privilegio.

