Trump y Putin y un encuentro que enciende las alarmas en Europa
- Pablo Wehbe

- 14 ago
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Actualizado: 15 ago
Cuando el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció un “inminente encuentro” con el Presidente ruso, Vladimir Putin, en Anchorage, Alaska, los líderes europeos encendieron luces de alarma. El recuerdo de la Conferencia de Yalta, de Febrero de 1945, apareció en las pesadillas de las principales capitales de la Unión Europea.

Es que nadie desea que se repita algo parecido al diseño de límites estatales definidos “entre tres” (Roosevelt, Stalin y Churchill) en el propio corazón de la Europa continental. Si bien ahora no hay una guerra mundial cuyo fin sea inminente (que era el escenario de ese momento), la situación en Ucrania y sus eventuales consecuencias hirieron la sensibilidad de Macron, Merz y Starmer, fundamentalmente, quienes se alinearon con la posición dura que el líder español, Pedro Sánchez, tiene respecto de la guerra iniciada por Rusia.
Ya se han realizado varias reuniones entre Rusia y Ucrania con la mediación de Turquía, sin más resultados que la devolución de prisioneros y cuerpos de soldados caídos. Los dos Estados mantienen posiciones de máxima, sin ceder ni un ápice: Rusia exige que Ucrania acepte -como mínimo- que el Donbass tenga un carácter de territorio autónomo, para lo cual habría que reformar la Constitución y transformar el país en una federación; además, quiere la neutralización ucraniana, el reconocimiento de que la península de Crimea fue, es y seguirá siendo rusa, y la promesa de no ingresar a la OTAN. Ucrania, por su parte, exige la retirada “sin condiciones” de las tropas rusas de su territorio y el respeto por las “decisiones soberanas” que el Gobierno de Kiev pueda tomar en el futuro (léase, ingresar a la Unión Europea y a la OTAN).
Con este panorama, es más que difícil que las armas puedan callar. Tal vez sea por eso que Rusia ha profundizado los ataques contra Kiev en las últimas horas, debilitando aún más tanto la capacidad de resistencia del país como su ánimo para continuar la guerra. Medios europeos insisten en que esta profundización de los combates por parte de Rusia son parte de un juego de Putin para llegar a Alaska en una posición de fuerza, haciendo ver que “si Moscú quiere, puede ocupar toda Ucrania”.
Ante esto, los líderes europeos urgieron conversaciones virtuales con Trump, que se realizaron el Miércoles 13. Pese a que Trump terminó aceptándole a Macron y a Merz, ante un incómodo Zelenski, que “no aceptaría negociar territorios”, nadie sabe entonces para qué serviría una reunión -supuestamente para concertar la paz- si todas las partes saben que Putin no acepta una tregua sin un acuerdo definitivo respecto de los temas que, a su juicio, legitimaron la intervención rusa en Ucrania.
Y como si todo lo que antecede fuera poco, los antecedentes de reuniones entre Trump y Putin no permiten albergar esperanzas respecto de transparentar los temas tratados ni los compromisos que pudieran haber asumido. Pruebas al canto: en Julio de 2017, se encontraron con motivo de la reunión del G-20 en Hamburgo. Y a pesar de que la prensa norteamericana reveló que Rusia había interferido en las elecciones para perjudicar a Hillary Clinton, Trump se quedó con los apuntes del encuentro y nada se dijo a la prensa. El mismo día, en la cena de agasajo, volvieron a verse sin más compañía que sus traductores. Nada se dijo a la prensa. La segunda reunión fue en Setiembre de 2017 en Da Nang, Vietnam, en el marco del Foro de Cooperación Asia-Pacífico. Pese a que la reunión no había sido previamente acordada, conversaron durante un buen lapso y tampoco se informó a la prensa. Es más: Trump luego felicitó a Putin por su victoria electoral, a pesar de las sospechas de fraude que sobrevolaron Moscú. En Helsinki, 2018, se reunieron por más de dos horas; no sólo no informaron de qué hablaron sino que Trump negó los informes de la propia Inteligencia de EEUU respecto de la injerencia rusa en las pasadas elecciones presidenciales. Finalmente llegaría Buenos Aires, Noviembre de 2018, por el G-20, donde también dialogaron informalmente en la cena de agasajo. Tampoco se supo de qué hablaron.

Con estos antecedentes, no es sorprendente que a los líderes europeos se les erice la piel cuando ven esta reunión. Si Rusia no acepta treguas, si Trump amenazó con “severas consecuencias” (que jamás lleva a cabo) si Moscú no acepta un cese del fuego, si Zelenski no estará presente, ¿de qué tipo de acuerdo se podría estar hablando?
Tal vez los líderes europeos estén equivocados respecto de comparar esta reunión con la de 1945 en Yalta; la historia ha demostrado que, casi siempre, las cosas pueden ser mucho peores.
(*) Pablo M. Wehbe es doctor en Derecho, especialista en relaciones internacionales. Además es profesor en la Universidad Nacional de Río Cuarto y en la de Villa María. En televisión, es columnista del programa “Argentina en Noticias” de Telediario Televisión




