Tributolandia: un viaje al país donde la creatividad impositiva no descansa
- Telediario Digital
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Si pensabas que los impuestos ya habían alcanzado su máxima creatividad, bienvenido a 2025: ahora cobran por metegoles, evalúan ponerle precio a los "gases" de la vaca y hasta los supermercados de ciertas localidades tendrán que sumar una “tasa ambiental” al ticket de compra. No es ficción: es la política tributaria en modo fábrica de sorpresas.

Empecemos por lo lúdico —o lo tragicómico—: en municipios balnearios y algunas comunas bonaerenses, como Miramar, las ordenanzas fiscales ya contemplan montos específicos por cada juego o aparatito en salones de entretenimiento: metegoles, calesitas, mesas de billar y demás atracciones pasan a engrosar la nómina de cosas gravadas.
Así, un metegol tributa $ 3.500 por mes durante los meses de “temporada alta” (enero, febrero, marzo y diciembre) y el resto del año, la tasa baja a $ 1.750 mensuales. La tasa no distingue tipo de local, tamaño o nivel de facturación: el impuesto es por aparato, no por ganancias.
En el frente rural, la discusión toma otro color: un proyecto presentado por una diputada kirchnerista en la Legislatura de Buenos Aires propone una “tasa ambiental” sobre las emisiones de metano de la ganadería —sí, el famoso gas intestinal de las vacas— reabrió el debate sobre cómo (y si) se puede tributar la contaminación de actividades productivas clave. Científicos, ruralistas y funcionarios entraron en una discusión que mezcla datos climáticos, economía y política: mientras algunos ven la medida como una señal para reducir emisiones, otros la califican de inviables o peligrosas para el sector. El Gobierno nacional incluso salió a plantar bandera crítica sobre iniciativas que, a su juicio, podrían golpear la producción.

Y si lo anterior no alcanzara, en Pilar, provincia de Buenos Aires, la polémica explotó con la modificación de la Tasa de Protección Ambiental, que dejó de ser un monto fijo por ticket para transformarse, desde el 1° de diciembre de 2025, en un recargo del 2 % sobre cada compra en supermercados e hipermercados.
Las cadenas comerciales, sin otra salida, trasladarán el aumento directamente al consumidor, por lo que quien compre en Pilar pagará un 2 % más caro.
El ministro de Economía Luis Caputo instó a los ciudadanos a boicotear las compras en Pilar y le pidió a los vecinos que "no avalen el accionar irresponsable de su intendente”.
Lo cierto es que esta "creatividad impositiva", no es nueva. En 2022, por ejemplo, Puerto Madryn impulsó el “impuesto al viento”, una obra maestra municipal que pretendía cobrarles a los parques eólicos por el privilegio de que el viento… exista. La ordenanza disfrazó el tributo como “habilitación y control ambiental”, pero para las empresas significaba pagar hasta un 4,5% de la facturación sólo porque las hélices giran. La polémica escaló tanto que la Justicia terminó frenándolo por considerarlo un impuesto encubierto. Así, el episodio quedó como una cumbre del surrealismo fiscal argentino: cuando hasta el viento se vuelve contribuyente.
Y por acá, ¿cómo andamos?
En Río Cuarto la historia es menos exótica pero igual de sensible: el Ejecutivo municipal presentó la matriz tributaria 2026 y funcionarios locales hablan de ajustes en la Contribución Inmobiliaria —con rangos que, según declaraciones oficiales, podrían ir del 20% al 40% según tipo de contribuyente y valuación—.
Sin embargo, la oposición —el bloque Primero Río Cuarto— afirma que, con la comparación correcta, los aumentos reales podrían promediar un 74 % en algunos casos. Además, se alertó que la suba incluye también tarifas de agua y cloacas (a cargo del ente local), y en algunos escenarios esos incrementos podrían acercarse al 95 %.

¿Contraste? Sí, y grande. Mientras esto pasa en Río Cuarto, la Provincia de Córdoba tramita un paquete que promete una baja impositiva para 2026. El gobierno provincial habla de un “plan histórico” que incluye exenciones y reducciones para aliviar a hogares e incentivar inversión, y en ciudades del interior como Villa María la discusión y los proyectos presupuestarios locales van, al menos formalmente, por la senda de moderar la carga tributaria. También la ciudad de Córdoba presentó rebajas de impuestos y algunas excenciones destinadas a sectores económicos específicos.
Párrafo aparte para la pequeña localidad serrana de Anisacate, donde dispusieron un “aumento cero” en tasas municipales para 2026. Según anunció la intendente, las cuotas de servicios y tributos municipales se mantendrán iguales a las de 2025 —siempre que los vecinos paguen en término entre el 1° de enero y el 15 de marzo— como un gesto hacia quienes “cumplen en tiempo y forma”.
Mientras en algunos rincones del mapa argentino se decide no aumentar nada y en otros incluso se planifican rebajas, Río Cuarto está en medio de un debate que, más allá de la hoja de cálculo, vuelve a poner sobre la mesa una pregunta básica: ¿qué modelo tributario queremos? ¿El que encuentra nuevas superficies gravables cada año o el que apuesta por aflojar un poco la soga?

