Tras el caso de la nena armada ne mendoza ¿Qué tenemos qué hacer para que no vuelva a suceder?

El estremecedor episodio en una escuela de La Paz, Mendoza —donde una adolescente ingresó armada y se atrincheró en un aula— volvió a encender las alarmas sobre el bullying, la violencia escolar y la necesidad de reforzar la prevención en las instituciones educativas.

En una entrevista en Telediario Federal, Alejandro Castro Santander, especialista en Gestión de la Convivencia Social y Escolar y director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo, advirtió que este tipo de hechos, aunque infrecuentes, se inscriben en una problemática más amplia que atraviesa a toda la región: “Latinoamérica es una de las zonas más violentas del mundo, y las cifras de conflictos que involucran a adolescentes son preocupantes”.

Señales previas y prevención temprana

Castro Santander subrayó que en la mayoría de los casos extremos existen señales que suelen pasar inadvertidas. En Mendoza, testigos señalaron que la alumna involucrada era retraída, tímida y que en los días previos había mostrado signos de angustia. “Muchas veces confundimos síntomas de ideación suicida o de fuerte malestar emocional con cuestiones propias de la adolescencia. Eso genera una ceguera colectiva que termina naturalizando situaciones graves”, explicó.

El especialista recordó el antecedente de Carmen de Patagones, ocurrido hace casi 21 años, donde un estudiante armado asesinó a tres compañeros dentro de la escuela. “Ese caso marcó un antes y un después, pero aún no hemos aprendido lo suficiente. Seguimos preguntándonos qué pasa con la prevención temprana, y no podemos esperar a que estalle un hecho para reaccionar”, agregó.

Protocolos y trauma institucional

Si bien el operativo en Mendoza fue valorado por las autoridades, Castro Santander insistió en que los protocolos de emergencia no son suficientes: “Funcionó la reacción inmediata, pero la gran pregunta es qué hacemos antes de que suceda. La mejor manera es trabajar de forma sostenida en la convivencia escolar”.

El especialista también alertó sobre el impacto que este tipo de situaciones genera en la comunidad educativa. Varios estudiantes debieron ser atendidos por cuadros de estrés y se teme que puedan desarrollarse casos de estrés postraumático. “Las escuelas necesitan acompañamiento institucional tras hechos así, porque los chicos quedan conmocionados y el trauma puede prolongarse”, señaló.

Riesgo de efecto imitativo

Otro de los puntos sensibles es la cobertura mediática de este tipo de casos. Castro Santander remarcó que la violencia y el suicidio tienen un “poder mimético”, es decir, pueden ser imitados si se comunican de manera inadecuada. “No se trata de ocultar lo que pasó, sino de hablarlo bien, con profesionales y con responsabilidad. El silencio no ayuda, pero la mala comunicación puede generar un efecto dominó”, sostuvo.

Convivencia como prioridad

Para el especialista, la clave pasa por asumir la convivencia como un eje central de la política educativa. Esto implica formar a docentes y familias en la detección temprana de señales, trabajar en la prevención del bullying y generar instancias de escucha para los adolescentes.

“Estamos hablando de chicos y chicas que están tristes, que se sienten invisibles o enojados, y que muchas veces no tienen los recursos para expresar lo que les pasa. Si no intervenimos a tiempo, terminan eligiendo caminos equivocados. El desafío es no naturalizar el sufrimiento adolescente y actuar antes de que la violencia explote dentro de la escuela”, concluyó.

---