Murió Kshamenk, la orca que pasó 33 años en cautiverio en Mundo Marino

Murió Kshamenk, la orca macho que vivió desde 1992 en el oceanario de San Clemente del Tuyú. Tenía 33 años y falleció este domingo por un paro cardiorrespiratorio, según confirmó Mundo Marino. Había sido capturada tras un varamiento cuando era apenas una cría y, desde entonces, nunca volvió al mar.

Durante más de tres décadas, Kshamenk vivió en una pileta de aproximadamente 12 metros de diámetro, un espacio ínfimo para una especie que en libertad recorre cientos de kilómetros y se desplaza de manera constante en aguas abiertas. Aun así, el parque sostuvo que no era posible su reinserción y destacó los cuidados brindados durante todos esos años. “Era parte de nuestra familia”, expresó el jefe veterinario Juan Pablo Loureiro.

La muerte del animal volvió a poner en debate el cautiverio como destino permanente. Antes de su fallecimiento, Víctor Fratto, rescatista de fauna y licenciado en Gestión Ambiental, había sido categórico al analizar el caso: “No es vida lo que ha llevado esa orca. Nunca tendría que haber estado en cautiverio”. Para el especialista, el problema se origina en el propio procedimiento inicial: “El rescate de cetáceos consiste en reintroducir al animal al agua, no sacarlo del mar para meterlo en una pileta”.

Fratto explicó que, pese a esa crítica estructural, después de tantos años en cautiverio, la liberación no era una opción simple. Un comité de expertos nacionales e internacionales coincidió en que devolverla al océano implicaba riesgos sanitarios y ecológicos, tanto para la propia orca como para otras poblaciones. “Después de tantos años en cautiverio, estos animales pueden ser portadores de enfermedades y transmitirlas a un ecosistema extremadamente sensible como el mar patagónico”, advirtió.

El caso también llegó a la Justicia. En 2023, la Asociación Derechos Animales Marinos (DAM) presentó un amparo para exigir su liberación y denunció que Kshamenk había sido utilizada con fines comerciales, forzada a realizar espectáculos para el público. El escrito remarcó que se trataba de un individuo de una especie que, en libertad, nada de forma constante y no habita espacios fijos.

Kshamenk murió sin volver al mar, tras 33 años en una pileta de 12 metros de diámetro. Su historia deja una conclusión difícil de esquivar: no todo cautiverio se resuelve con una liberación tardía, pero eso no lo vuelve aceptable. El mayor desafío pendiente es evitar que el encierro vuelva a ser presentado como rescate.