El huevo se afianza como pilar alimentario y motor local en Argentina
- Telediario Digital
- 6 oct
- 2 Min. de lectura
En un contexto económico marcado por la inflación y la búsqueda de alternativas accesibles, el huevo emerge como uno de los protagonistas del consumo cotidiano en Argentina. Según datos de la Cámara Argentina de Productores e Industrializadores Avícolas (CAPIA), en el primer semestre de 2025 el consumo per cápita alcanzó una cifra récord de 380 unidades por persona al año, posicionando al país como el segundo consumidor mundial, apenas detrás de México.
Este volumen de consumo es resultado de una combinación que tiene como eje central su accesibilidad económica. En hogares de distintos estratos socioeconómicos, el huevo se consolida como la opción proteica más barata, superando incluso a la leche en relevancia dentro de la dieta diaria.
En ese sentido, casi el 30 % de los hogares declaró haber incrementado su consumo anual, frente al 15 % registrado en 2023.
No solo aumentó la demanda: también cambiaron las preferencias de consumo. Los huevos duros ascendieron del séptimo al primer lugar en las opciones preferidas, mientras que las ensaladas con huevo pasaron del noveno al segundo puesto en popularidad.
En contraste, el huevo frito descendió hasta la octava posición. Este viraje en los hábitos responde tanto a la practicidad en su preparación como al vínculo entre costo, frescura y tamaño que observan los consumidores al momento de decidir su compra.
La producción nacional no queda atrás: con casi 60 millones de gallinas ponedoras, Argentina genera más de 18.200 millones de huevos al año, o lo que es lo mismo, alrededor de 571 unidades por segundo.
Esta cadena productiva sostiene más de 30.000 empleos y registra una facturación superior a los US$ 2.200 millones, junto con exportaciones que rondan los US$ 50 millones.
Actualmente, los productos avícolas argentinos llegan a más de 65 destinos en el exterior.
Desde la mirada de las economías regionales, el posicionamiento del huevo como alimento central tiene efectos multiplicadores: impulsa la actividad de pequeños y medianos productores, de las granjas ponedoras, de los insumos y del transporte hacia centros urbanos.
En un país donde la disparidad entre zonas rurales y grandes urbes sigue siendo un desafío estructural, el fortalecimiento de esta cadena puede aportar a la diversificación productiva y al arraigo local.
El huevo hoy es un termómetro social del acceso a proteínas y un actor con potencial de dinamismo regional.
