A 12 años del acuartelamiento policial: la noche en que Córdoba quedó sola frente al caos
- Telediario Digital
- hace 14 horas
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Saqueos, violencia y vacío político dejaron un saldo devastador: dos muertos, cientos de heridos y una herida institucional que aún no cicatriza. Hoy, los protagonistas y las decisiones de aquellos días vuelven al centro del debate.

Un dia como hoy en Cordoba se vivenció uno de los hechos que aun dejan huellas. El acuartelamiento policial del 3 y 4 de diciembre de 2013 sigue siendo una herida abierta para Córdoba. Aquellas más de 30 horas sin patrullaje derivaron en saqueos masivos, ataques a comercios y escenas de autodefensa vecinal. Hubo dos muertos, cientos de heridos y una crisis institucional que dejó marcas profundas. Doce años después, la provincia vuelve a mirar hacia atrás mientras una de sus protagonistas, Alejandra Monteoliva, asciende al centro del poder nacional.
Este martes, Monteoliva asumirá como ministra de Seguridad de la Nación, reemplazando a Patricia Bullrich en uno de los sillones más sensibles del gabinete de Javier Milei. Para la funcionaria, egresada de Ciencias Políticas de la UCC y con una larga trayectoria técnica en seguridad, la fecha tiene un doble filo: coincide con el aniversario del motín policial que la expulsó del Ministerio de Seguridad provincial tras solo 88 días de gestión.
Antes de ese desenlace, Monteoliva había sido presentada como un “golpe de efecto” por José Manuel de la Sota. Con casi dos décadas de experiencia en Colombia, especializada en crimen organizado, Monteoliva desembarcó como la primera mujer al frente de la seguridad provincial. Pero heredó una fuerza atravesada por internas, conflictos salariales y un clima de malestar que el Gobierno no logró desactivar.

Los reclamos salariales crecieron durante noviembre de 2013, encabezados por esposas y familiares de policías, debido a la prohibición de sindicalización. El 3 de diciembre, el Comando de Acción Preventiva dejó de patrullar. para adherirse a una medida de fuerza que dejó desamparados a los vecinos de la ciudad. El abogado Miguel Ortiz Pellegrini actuó como mediador y acercó un documento con 14 puntos, que incluía un aumento del 30%. La negociación se trabó y la noche cayó sin acuerdo: Córdoba quedó a la deriva.
Sin presencia policial, los saqueos avanzaron con brutalidad. Vidrieras destrozadas, comercios arrasados, vecinos armados defendiendo sus casas y una sensación de desprotección absoluta. La Provincia intentó pedir fuerzas federales, pero la respuesta de la Nacion no llegó. Aquella ausencia profundizó la grieta política con el kirchnerismo y dejó expuesta la fragilidad de los mecanismos de seguridad de las provincias ante conflictos salariales no atendidos.
Fueron más de 30 horas en las que Córdoba quedó sin policías y del caos. En ese vacío , los delincuentes protagonizaron saqueos masivos, ataques a comercios y múltiples hechos de vandalismo. La escena era desconcertante: mientras hordas rompían vidrieras y arrasaban con todo a su paso, muchos vecinos se armaron para defender sus casas y negocios.
Los saqueos se extendieron entre el 3 y el 4 de diciembre y dejaron una estela de violencia extrema: golpizas, intentos de linchamientos y enfrentamientos en plena calle. Cientos de personas resultaron heridas y dos murieron, un joven baleado y un jubilado, pero ninguna de esas muertes llegó a tener responsables ante la Justicia. Aquellos decesos quedaron, hasta hoy, en la impunidad.

De la Sota regresó de urgencia en la madrugada del 4 de diciembre y cerró un acuerdo para restituir el servicio policial. Cerró un acuerdo que incluyó un aumento del 30%. Los policías volvieron a las calles al mediodía. Días después, Monteoliva quedó fuera del cargo, convertida en una de las principales responsables políticas del estallido. El juicio posterior condenó a 52 policías con penas menores, mientras que los saqueos, los responsables de las dos muertes y las fallas políticas nunca recibieron una respuesta definitiva.
Hoy, Monteoliva llega al Ministerio de Seguridad de la Nación con un perfil técnico, silencioso y sin exposición partidaria. Pero también con la carga simbólica de aquella crisis que sacudió a Córdoba y que, doce años después, sigue generando debates abiertos. En un país donde los conflictos salariales en las fuerzas provinciales se repiten cíclicamente, la sombra del 2013 recuerda que una chispa mal manejada puede volver a dejar a toda una provincia sola frente al caos.

