El gobierno de Javier Milei resolvió que el próximo año no habrá feriados con fines turísticos. La decisión reemplaza esos descansos obligatorios por apenas tres días no laborables, una diferencia clave que impacta de lleno en el turismo interno y en las economías regionales.

El Gobierno nacional confirmó que en 2026 no habrá feriados con fines turísticos. La medida quedó oficializada este viernes mediante la Resolución 164/2025, publicada en el Boletín Oficial y firmada por el jefe de Gabinete, Manuel Adorni. En su lugar, solo se habilitaron tres “días no laborables” con el argumento de ordenar el calendario y fomentar la actividad.

La diferencia no es menor. Mientras los feriados son obligatorios, pagos y con recargo salarial si se trabaja, los días no laborables quedan a criterio del empleador y no garantizan descanso ni pago extra. En la práctica, millones de trabajadores quedarán excluidos de esos fines de semana largos.

Desde la Casa Rosada celebraron la decisión y sostienen que este esquema “estimula el turismo interno sin afectar la productividad”. Sin embargo, cámaras empresarias del sector turístico advierten lo contrario: aseguran que son los feriados obligatorios los que movilizan viajes masivos, reservas hoteleras y consumo en destinos del interior.

Las fechas definidas para 2026 buscan generar fines de semana largos de cuatro días, pero con alcance limitado: lunes 23 de marzo (previo al 24 de marzo), viernes 10 de julio (junto al 9 de julio) y lunes 7 de diciembre (antes del 8 de diciembre). Para el sector, el impacto será desigual y concentrado en pocos rubros formales.

El golpe se sentirá con más fuerza en las provincias. Ciudades turísticas, economías regionales y pymes vinculadas al turismo dependen de esos picos de movimiento para sostener empleo e ingresos. La eliminación de los feriados turísticos vuelve a profundizar la brecha entre el AMBA y el interior, donde cada fin de semana largo es clave.

De cara a 2026, el calendario abre un nuevo frente de tensión entre el Gobierno y las provincias. El debate ya está instalado: ajuste y “orden” fiscal frente a desarrollo federal y economías locales que reclaman previsibilidad y consumo.