Esta terminología se utiliza en medicina cuando hay un cambio brusco de temperatura corporal al entrar en contacto con el agua fría.

Si una persona está al sol durante mucho tiempo, o hace ejercicios intensos al sol o está sudoroso y se introduce rápidamente al agua fría, puede provocarle: mareos, visión borrosa, sensación de náusea y dolor de cabeza.

Lo más importante de esta afección es su prevención. Esto es, evitar cambios de temperatura bruscos tras tomar sol, el ejercicio físico o la sudoración abundante, principalmente en agua fría.

Se recomienda «no bañarse durante el periodo de digestión tras dos horas, si es una comida abundante, o no realizar una inmersión brusca en el agua, sino progresiva para adaptarse a la temperatura paulatinamente.

En el caso de que nos haya dado el síndrome de hidrocución es importante salir del agua cuanto antes, y mantener reposo durante unas horas. Si no mejora, es importante ir al médico.

Fuente Organización Panamericana de la Salud

Dentro de esta afección, los pediatras señalan que existen dos tipos: una, cuando el paciente cursa el cuadro con diarrea y vómitos y se transmite de persona a persona. Y la segunda clase, son las producidas por intoxicación alimentaria.

«El 80% de las gastroenteritis agudas son causadas por virus, aunque en el periodo estival cobran importancia las toxoinfecciones alimentarias como, por ejemplo, la infección por salmonella», indica los médicos consultados.

Estas intoxicaciones alimentarias cursan de manera brusca después de haber ingerido un alimento. Por eso la conservación y preparación de las comidas es esencial. Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón.

Nutricionistas recomiendan no ingerir huevo o pollo mal cocinado. Lo principal para tratar estos cuadros de intoxicación es una hidratación abundante.

Se debe acudir al médico cuando el niño cuando empieza con vómitos o diarreas.

Fuente Organización Mundial de la Salud