Oyarzábal a juicio – Rosa: «Tuve que esperar 9 años hasta que pude encontrar esta respuesta”

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“Tenía acceso a escuchas telefónicas, tuvo conocimiento desde el primer momento de todo. Junto a Salinas y Pereyra desviaron la comunicación y que se perdieran pruebas”, advirtió.

El ex jefe de Investigaciones de la Policía, Gustavo Oyarzábal a juicio por encubrir a los Vargas Parra en la causa Nicolás Sabena. Así lo ratificó la jueza de Control Luciana Alba, en una resolución que se conoció el pasado viernes.
Rosa Sabena recordó en diálogo con Póster Central que la denuncia contra el oficial policial la realizó en el 2011. “Pasaron 9 años hasta que pude encontrar esta respuesta”
“Tenía acceso a escuchas telefónicas, tuvo conocimiento desde el primer momento de todo. Junto a Salinas y Pereyra desviaron la comunicación y que se perdieran pruebas”, advirtió.

El hecho

En la siesta del 3 de noviembre del 2008, dos meses después de la desaparición de Nicolás Sabena, el oficial Gustavo Oyarzábal de la División Investigaciones realizó dos llamadas desde su celular al teléfono de Lucía Vargas. La primera comunicación fue de 24 segundos y la segunda de 5. Para la Justicia, buscó alertar a los Vargas sobre “las constancias y el rumbo de la tarea investigativa aludida”. 15 días después, el móvil de Oyarzábal se activó a las 18,58 por una comunicación de 40 segundos desde la línea que pertenecía a Adelina Flores, madre de Lucía Vargas. Un tercer episodio probado por el fiscal se produjo en la noche del 4 de diciembre. Oyarzábal decidió hablar directamente con José Vargas Parra, el jefe del clan familiar con antecedentes por venta de estupefacientes y finalmente condenados por la desaparición de Nicolás.

El ex jefe de Investigaciones hoy detenido por vínculos con bandas narcos, aseguró que se comunicaba como parte de “una tarea de campo” para buscar información. Aunque los Vargas aparecían como los principales sospechosos por la desaparición, Oyarzábal afirmó que en las primeras llamadas intentó “saber cuál fue la conversación con el desaparecido y de ese modo obtener algún dato que permitiera ubicarlo”. Rosa Sabena advirtió desde un principio “una actitud poco colaborativa” del entonces agente de Investigaciones y solicitó que fuera la Policía Judicial quien realizara el análisis telefónico. La mujer advirtió que en la última comunicación con “el Pepe” Vargas, Oyarzábal intentó avisar de un allanamiento que se realizó el 17 de diciembre, en el que se secuestró un cuchillo con rastros de sangre del mismo grupo del joven desaparecido.

Rosa le había consultado al oficial policial por una llamada de 3 segundos que recibió el teléfono de Nicolás, a las 16:50 del 22 de septiembre de 2008. Oyarzábal minimizó el dato y afirmó que para rastrearla se necesitaban al menos 11 segundos. Sin embargo, la mujer pudo determinar a través de la empresa “Claro” que aquella comunicación fue tomada desde una antena diferente a la que logró captar el celular de Nicolás el 14 de septiembre de 2008, el día en que desapareció la víctima. La madre probó que el celular fue otra vez activado y le colocaron nuevamente el chip, en un episodio que ocurrió a mil metros de la antena que registra la señal, sobre la costa del río, donde “los Vargas tenían una tapera que usaban de aguantadero”. Para Rosa, Oyarzábal resolvió ocultar aquel dato clave.

En la quinta de los Vargas, la Justicia encontró un almanaque con anotaciones de guardias policiales y manuscritos con maldiciones y conjuros dirigidos a los investigadores. Entre los mensajes de malos augurios no pasó desapercibida la ausencia del nombre del oficial Oyarzábal.

Para la jueza de Control Luciana Alba, los elementos de prueba permiten alcanzar el grado de probabilidad necesario para elevar la causa a juicio. En la resolución resaltó que “las llamadas descriptas en los tres hechos que se investigan se realizaron y se vincularon con la desaparición de Nicolás Sabena”
La magistrada planteó como “sugestivo” que Oyarzábal llamara a “Pepe” Vargas a las 22 horas del 4 de diciembre de 2008 desde su teléfono particular, “para formalizar una citación ordenada por el Fiscal de Instrucción”. Oyarzábal había señalado que era muy tarde para hacerlo personalmente en la quinta “donde numerosos perros dificultaban la tarea de citación”. Alba sostuvo que “sospechosamente el encartado realizó la llamada a José Vargas desde su teléfono celular particular, cuando se encontraba –según sus dichos- en la dependencia policial, pudiendo haber realizado la llamada en cuestión desde los teléfonos de la División o el correspondiente a la flota”. El día en que Oyarzábal realiza la comunicación se estaba organizando un allanamiento clave “con participación de diversas divisiones –Gendarmería Nacional, Policía Judicial, etc.-“. La Justicia sospecha que el oficial alertó del procedimiento a la familia Vargas.
Con el análisis de las pruebas, la jueza resolvió ratificar la elevación a juicio del ex jefe de Investigaciones por favorecimiento personal agravado y notificar a la Cámara Segunda del Crimen. El ahora comisario retirado, preso en la Cárcel de Río Cuarto, está cada vez más cerca de enfrentar por primera vez el banquillo.

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