La «falta de antecedentes», la clave utilizada por el juez para dejar libre al abusador y golpeador

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La «falta de antecedentes computables» fue la clave utilizada por el juez Emilio Andruet para condenar a solo tres años de prisión en suspenso a Telesforo Uño Flores, el abusador y golpeador de una niña de 10 años.
La niña, tal como anticipó el informe del programa Póster Central de FM Gospel, fue golpeada al menos en tres ocasiones con la correa del camión lo que le provocó lesiones en todo el cuerpo, incluso la Vulva y los dedos de los pies. Además, la criatura sufrió abuso sexual por parte de su padastro.
El polémico fallo provocó un amplio rechazo de organizaciones que forman parte del colectivo Ni una Menos y reabrió el debate sobre la falta de perspectiva de género en la Justicia.
Flores fue condenado por «lesiones Leves agravadas por mediar violencia de género y Abuso Sexual Simple agravado por la situación de convivencia preexistente, en concurso real (art. 89 en función del art. 80 inc 11, 92 119 primer y último párrafo del CP)».
El agresor trabaja como transportista de cereal y fletes en general. «Tiene varios camiones, todos de su propiedad y gana la suma de tres cientos cincuenta mil pesos por mes aproximadamente», según reconoció ante el Tribunal.
Para el juez Andruet, no hay dudas de que los hechos ocurrieron tal como los denunció la víctima en Cámara Gesell. «Los elementos de prueba demuestran con certeza absoluta la existencia material de los hechos en perjuicio de K.R.P.S. a la sazón de 10 años de edad y la participación responsable de Telesforo Uño Flores en los mismos», indicó el magistrado en los fundamentos.
Incluso, sumó «el supuesto de violencia familiar y de género por la existencia de una relación de afinidad con la víctima K.R.P.S. (hija de su concubina)»
Sin embargo, consideró a favor del imputado, que «si bien se trata de una persona de 39 años (al momento de los sucesos), ha tenido instrucción incompleta, ya que solamente cursó el primer año del ciclo secundario, por lo tanto no ha tenido la formación intelectual y moral suficiente que le permitiera la plena comprensión del disvalor de su accionar y reflexionar sobre lo inadecuado de su conducta».
Además, sostuvo que Flores manifestó al final del juicio «arrepentimiento de ambos sucesos acometidos, al expresar su última palabra». Y en un dato clave para el juez, el agresor carece «de antecedentes penales computables».
«Por todo ello, habiendo tomado conocimiento directo y de visu del imputado estimo justo imponerle a Telesforo Uño Flores la pena de tres años de prisión de ejecución condicional», sentenció.
En el texto de fundamentación, Andruet añadió que el abusador y golpeador «es una persona de trabajo y pilar de sustento económico familiar» y valoró «que la víctima ha sido sacada del ámbito de su custodia e incluso mudando de domicilio a otra provincia».
Para el magistrado, «dentro de esta concepción moderna y humanista del derecho, la privación de la libertad merece ser considerada como la excepción y no la regla, utilizándose su imposición como “ultima ratio” en condenas que no excedan los tres años de prisión y tratándose de autores primarios y ocasionales, tal lo acontecido en autos».
La niña ferozmente golpeada y abusada por su padrastro fue enviada nuevamente a Misiones junto a su abuela y el acusado quedó en libertad.

La niña de las alas rotas
(*) Por Pablo Callejón

La niña de 10 años estaba asustada y permanecía escondida en una habitación a oscuras, inmóvil. Aunque afuera de la casa el calor era sofocante, ella vestía una polera de cuello alto y un jeans. Los especialistas de la SENAF le preguntaron por qué no se desabrigaba un poco y la niña dejó ver los moretones que recorrían en un violáceo intenso sus brazos. Con titubeos, les contó que su padrastro la había golpeado durante 15 minutos en la cocina con la correa de un camión. Expresó que su mamá estaba en el Hospital y que no gritó ni se defendió para evitar que la golpeara aún más. El agresor ya lo había hecho antes y nunca paraba. La niña intentó escapar de la vivienda, pero había quedado encerrada con llave, en medio de un silencio fragoso.
Ese día, el padrastro la azotó hasta inmovilizarla porque la comida estaba “demasiado salada”. La niña cocinaba para la familia en la casa de ladrillos del barrio de Las Quintas, el lugar al que había llegado desde el norte del país para cuidar a sus hermanos.
Después de cada paliza, la niña vestía con ropa amplia para cubrir las lesiones. Sabía que nunca la llevarían al médico y era su hermanita de solo cuatro años, la encargada de curarla con alcohol y hielo.

Telésforo Uño Flores tiene 39 años y solo fue condenado a 3 años de prisión en suspenso. El fiscal de Cámara Jorge Medina había solicitado 6 años de condena efectiva, pero la Cámara Segunda del Crimen redujo el monto de la pena hasta garantizar la libertad del imputado por “lesiones leves y abuso sexual agravado”.
Aunque los golpes no pusieron en riesgo la vida de la niña, Medina advirtió sobre la gravedad de las lesiones y el averno en el que convivía la víctima.
Días después de la primera golpiza, cuando las heridas aún marcaban el cuerpo endeble de la criatura, Uño Flores apeló nuevamente a la correa de su camión porque “los pisos de la cocina estaban sucios”. El cuerpo de la niña quedó con moretones en la espalda, los glúteos y las piernas.
El 31 de diciembre de 2018, en la previa de año nuevo, el padrastro tomó un cinto y la atacó una vez más “por no haber cuidado a una de sus hermanas menores”, quien es hija del agresor. El informe forense reveló “múltiples hematomas en región posterior de tronco y ambas extremidades, superiores e inferiores, bilaterales de considerable tamaño, algunos con signos de flogosis, otros con excoriaciones en etapa de crosta”.

La Justicia sospecha que el padrastro buscaba controlar a golpes a la niña para poder abusar de ella. Una noche de borrachera, el agresor finalmente lo intentó y la niña resistió con su cuerpo lastimado los embates del camionero con hedor a alcohol.
En su resolución, el fiscal de Instrucción Javier de Di Santo advirtió que “entre el 24 de diciembre y el 2 de enero, en horas de la tarde, Uño Flores abusó sexualmente de la niña mediante tocamientos con su mano en los pechos y genitales, por sobre la ropa”
El relato de la víctima en Cámara Gesell ratificó el testimonio de los profesionales que integran la secretaría de Niñez, Violencia y Familia, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (S.E.N.A.F). Los asistentes del organismo habían recibido el aporte de un testigo de identidad reservada que alertó sobre el violento maltrato. El denunciante reveló que los hijos en común entre el agresor y su pareja habían nacido prematuros por las golpizas que sufría la mamá.

La tía de la niña fue la primera en romper el hermético círculo de violencia y silencio. Había logrado tomar fotografías de la criatura después de haber sido atacada por el padastro y el documento visual fue incorporado a la causa. “Había golpes y hematomas en todo su cuerpo”, reveló la requisitoria de elevación a juicio del fiscal sobre las imágenes en el celular de la testigo.

Los métodos de disciplina violenta, que incluyen castigos físicos y maltrato psicológico, afectan a 7 de cada 10 chicos y chicas argentinos de entre 2 y 4 años, según el estudio global difundido en el 2017 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La Organización Mundial de la Salud precisó que una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres víctimas de abuso en la infancia, recién se anima a relatar lo ocurrido cuando es adulto. El miedo a buscar ayuda se revela en el siniestro contexto que los inhibe: el 80 por ciento de los maltratos son provocados por conocidos o familiares de las víctimas.
En 2016, el ministerio de Justicia de la Nación, describió que más de la mitad de los epidodios violentos se desarrollan en el hogar y en el 75 por ciento de los casos, se trata de víctimas entre 0 y 12 años,

El próximo lunes se conocerán los fundamentos del juez de Cámara Emilio Andruet, quien decidió imponer una leve pena para el transportista de Las Quintas. Antes del juicio oral, la niña volvió a alejarse de su madre y de sus hermanos para quedar al resguardo de su abuela en Misiones. El viaje de regreso fue junto a su tía, la mujer que se animó a enfrentar la violencia impune que entumecía la piel y los huesos de su sobrina, la niña de las alas rotas por una infancia sin ángel y sin final.

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