Las calles siguen en emergencia

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Por Pablo Callejón

Ni Cotreco se fue, ni desaparecieron los baches. Las promesas de campaña, reconvertidas en advertencias de un modelo de gestión, se diluyeron con esfuerzos dispares. El precario acuerdo por la recolección de residuos en la gestión Jure obligó a una licitación de urgencia y la firma cordobesa se sintió a sus anchas. No solo fue la único oferente, sino que obtuvo las garantías que esperaba para quedarse con un convenio millonario por seis años. El servicio no mejoró y los trabajadores de Surrbac dieron reiteradas señales del poder que nunca perdieron. El pésimo estado de las calles fue otro de los reclamos urgente, aunque parecían dejar un margen más amplio de maniobras. El gobierno de Llamosas prefirió el atajo de la emergencia vial en un intento por acortar los plazos burocráticos de las licitaciones y en busca de una solución definitiva al flagelo de transitar entre cortadas y pozos. Si el resultado se mide por la desazón de los conductores, los baches nunca perdieron protagonismo.

Desde julio de 2016, en el primer año de la emergencia vial, cuatro empresas recibieron 51 millones 441 mil pesos para realizar bacheo y mantenimiento vial, según datos del bloque de Cambiemos. Loyola fue la más beneficiada con casi 19 millones de pesos. En el ranking, la siguieron Sociedad del Estado con 13 millones 750 mil pesos, Bringas que reunió 9 millones 652 mil pesos y Marinelli con 3 millones 490 mil.
En el segundo semestre del 2017, Obras Publicas derivó 18 millones 838 mil pesos en bacheo y hasta el 30 de septiembre de este año, se destinaron 20 millones 260 mil pesos en mantenimiento de red vial y contratación de terceros y otros 8 millones 776 mil pesos en obras de mejora por administración.
Más de 100 millones de pesos en dos años y medio resultaron insuficientes para superar la crisis vial y una cifra similar buscará dar crédito a la promesa del intendente en el 2019. Según el presupuesto oficial, se prevén derivar 92 millones 588 mil pesos al bacheo. Del total, 51 millones se invertirán a través de terceros y otros 41 millones por administración.

“No supe arreglar los baches”, admitió en una entrevista a Así son las cosas en la radio el ex intendente Juan Jure. El lastre que dejó el déficit vial durante su gobierno fue clave para la victoria más holgada del peronismo desde el regreso de la Democracia, pero significó también un desafío muy costoso para una administración que aseguraba estar a la altura de las soluciones prometidas.
En su exposición en el Concejo Deliberante, el secretario de Obras Públicas Martín Cantoro valorizó que se aplicaron 4.800 metros cuadrados de hormigón y otros 7.200 metros cuadrados de asfalto. Al abandonar el recinto, Cantoro apuntó contra el deterioro de las añejas cañerías de agua por las insistentes roturas en el asfalto. Fue una explicación con gusto a poco que no alcanzó para disculpar las políticas de gobierno.
Llamosas, como antes ocurrió con Jure, tiene una imagen favorable más alta que la de su gestión. Se muestra como un mandatario hiperactivo, presente en los actos y eventos públicos sociales, con una dinámica insistente de posteos en las redes y la ventaja de sentirse “el más radical de los peronistas” en una ciudad que valora el conservadurismo político. Con un respaldo económico crucial del gobernador Juan Schiaretti, logró avanzar en el plan de viviendas y cumplir con promesas como los centros de salud las 24 horas, la central de monitoreo, el presupuesto comunitario y la recuperación de edificios públicos. También se convertirá en el intendente de la inauguración de la planta de residuos cloacales, aunque se trate de una obra con fondos provinciales y nacionales. Sin embargo, la calidad de los servicios es una sensible medición del humor social. La incorporación de luces led y la licitación del mantenimiento de luminarias públicas redujo fuertemente el reclamo de vecinos y superó un incómodo acuerdo con Cotreco de alto costo económico y nula eficacia. Las críticas sobre la limpieza de la ciudad y el mal estado de sus calles, surgen como cuentan pendientes que no resuelve el millonario aporte de fondos que somete las golpeadas arcas municipales en tiempos de crisis y endeudamiento en dólares.

La asunción de autoridades del radicalismo riocuartense el pasado 11 de octubre fue una postal de la confusión en una oposición sin liderazgos. El acto dejó en primera fila a Mario Negri y Ramón Mestre, protagonistas de una interna por el poder provincial sin redes locales, y confirmó el regreso silencioso de Juan Jure. Gabriel Abrile y Carlos Ordóñez, dos pre candidatos a la intendencia en 2016 observaban la puesta en escena sobre un costado, en las sombras. Nadie parece asumir el mando de un partido incómodo en su rol opositor. En la cuna de Cambiemos, los dirigentes del macrismo se quedan con las selfies mientras los referentes radicales se debaten entre la herencia por el lánguido final de la gestión Juan Jure y los altos costos sociales de un Gobierno nacional responsable por las penurias de hoy.
Llamosas descansó en la debilidad de los otros para aliviar los déficits propios. Sin embargo, los escándalos por el caso Simón y la estafa de los cheques del Edecom también revelaron que es un gobierno propenso a tropezar con sus propias piedras. Los rumores de renuncia de Mauricio Dova son otro ejemplo de las dificultades del oficialismo para impedir que los conflictos se extiendan infinitamente. Solo el concejal Marcelo Bressan salió al cruce de las especulaciones. Ningún funcionario del gabinete respondió a la denuncia de Sonia Devia por el pago con un cheque sin fondos, ni desmintió la renuncia del secretario. La búsqueda de operaciones fantasmas detrás de las críticas en el área social y el mal estado de las arterias de asfalto y tierra, advierten que en el Palacio de Mójica no se necesita de creativos opositores para olvidar la puerta de salida ante cada conflicto. Casi tres años después, las calles siguen en emergencia y los baches se resisten a abandonar la gestión.

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