Facundo, el abanderado cordobés de la vida

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Tiene 11 años y ayer en el acto del Bicentenario volvió a portar la bandera desde su sillas de ruedas. Pese a su enfermedad, pidió permiso para estar.

“Estamos celebrando la vida”, dice Blanca Niza, la directora de la escuela Presidente Kennedy, de barrio Villa Cabrera. Y desde ese mismo instante avanza por el salón principal la bandera de ceremonia portada por Facundo Villalba, desde su silla de rueda y ayudado por los escoltas que permiten abrirse paso en el acto del Bicentenario.

La bandera avanza a paso lento porque Facundo (11 años) la llevaba recostada sobre su cuerpito. La escena no dura más que unos minutos, pero suficientes para que el acto escolar quedara rendido a sus pies: es la primera vez desde que fue electo abanderado el año pasado que puede tenerla. La primera vez que también vuelve al cole, aunque sea por un ratito.

Cuando Facundo gana el centro del salón, decenas de chicos, maestros y padres se acercan para saludarlo. La última vez que lo vieron fue en el cierre del ciclo lectivo de 2015, cuando consiguió el mejor promedio entre sus compañeros y recibió la bandera. Desde ese día nunca más pudo alzarla. A pocas semanas de dejar las clases, un dolor fuerte en su pierna izquierda fue el aviso de que algo pasaba en su cuerpo.

Laura Núñez y Felipe Villalba, sus padres, empezaron una peregrinación por las clínicas y hospitales hasta tener un diagnóstico: Sarcoma de Ewing, un tumor maligno que se aloja en los huesos o en los tejidos blancos.

Desde diciembre pasado, se moviliza en una silla de ruedas y se somete a tratamientos de quimioterapias para pelearle al cáncer. Cuando se enteró de que no podía volver al colegio, quiso que una maestra lo visitara en su casa para darle clases en los días que no va al Hospital Italiano.

Desde que el año pasado se abrazó a la bandera por primera vez, su único sueño era portarla nuevamente en los actos del colegio. La espera se hizo larga, eterna, pero finalmente ayer sus médicos le permitieron retornar por unas horas. “Era todo lo que quería. Venir. Es mi primera vez”, nos dice Facu, rodeado de decenas de chicos que se acercan para saludarlo. Éste era su principal compromiso: honrar a bandera y lo cumplió.

“Ya el año pasado, cuando cursaba el 5° grado, se puso una meta: En 6° quería ser el abanderado de su escuela Presidente Kennedy y por supuesto lo ha logrado”, nos cuenta Felipe, su papá, un policía federal que escribió al Facebook de Día a Día para relatarnos la historia de este “guerrero”, porque así lo llaman a Facu en el hospital.

Al acto no faltó nadie: su mamá y cuatro de sus cinco hermanos: Serena, Luana, Máximo y Aria, además de una tía y su primo. A Felipe no le quedó otra que quedarse trabajando. El tratamiento es caro y duro, por lo que la escuela colaboró varias veces, incluso ayer las señoritas lo sorprendieron con otra ayuda para el “guerrero”, luchador incansable de esta travesía que recién comienza.

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