Condena a carrero: El fiscal ya había advertido sobre «la criminalización de la pobreza»

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«Resulta evidente que ante la disyuntiva de atender la salud o la alimentación de la familia o la del caballo, en este caso Herrera opte por destinar sus escasos recursos al sostenimiento de los suyos», había señalado Rivero.

Durante la instrucción de la causa contra el carrero riocuartense, Claudio Herrera -acusado de presunto maltrato animal a una yegua que utilizaba para trabajar-, el fiscal Julio Rivero ya había advertido sobre los riesgos de criminalizar la pobreza y su posicionamiento fue ratificado por el juez de Control Daniel Muñóz.
«Resulta evidente que ante la disyuntiva de atender la salud o la alimentación de la familia o la del caballo, en este caso Herrera opte por destinar sus escasos recursos al sostenimiento de los suyos», había señalado Rivero.
Por su parte, Muñóz había resuelto que, «según surge claro de la investigación el deterioro físico que presentaba el animal no lo era debido a maltratos infligidos, sino a que su dueño priorizó mantener a su familia con los escasos medios que poseía, pese a lo cual pretendió dar asistencia sanitaria al caballo, el que no presentaba
signos de castigos o mal trato, sino un deterioro propio de su tarea y estado de salud, tal lo afirman los peritos convocados en autos siendo ocioso hacer otras consideraciones que puedan abundar en el análisis efectuado, al que se remite»
Sin embargo, el pedido de Rivero fue apelado ante la Cámara y en un juicio oral condenaron a Herrera a 20 días de prisión. El fallo fue ratificado por el Tribunal Superior de Justicia, tal como anticipó este viernes Telediario Digital.

El fallo del TSJ

El Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ) confirmó la condena a 20 días de prisión en suspenso impuesta por la Cámara del Crimen de 2° Nominación de Río Cuarto al imputado Claudio Alberto Herrera por el delito de maltrato animal en perjuicio de una yegua a la que utilizaba para tirar un carro cargado con arena recién extraída del río, pese a que el animal atravesaba el octavo mes de preñez.
La defensa había argumentado que el propietario de la yegua, por su precaria condición económica y su nivel socio-cultural, ignoraba el real estado físico del animal y, por ende, desconocía que no estaba en condiciones de trabajar.
El doctor José Sagarraga, abogado de Herrera, señaló que se trata «de otro episodio de criminalización de la pobreza»

Los fundamentos

Si bien la Sala Penal del TSJ admitió que el delito de maltrato animal requiere que “el agente, al emplear el animal en el trabajo, conozca que aquél no se halla en estado físico adecuado para desarrollar la actividad laboral en que se lo utiliza”, también sostuvo que el propio imputado admitió que conocía de caballos, puesto que su familia “siempre trabajó en los carros”.
Asimismo, el Alto Cuerpo argumentó que el estado de preñez de la yegua era evidente incluso para personas sin conocimientos específicos en la materia, ya que atravesaba el octavo mes de la gestación de la cría. La sentencia agregó que, según el veterinario consultado en la causa, una yegua después de los tres o cuatro meses de preñez ya no debería trabajar y el requerimiento alimentario en dicho estado –que dura en total once meses- aumenta.
“El imputado a pesar de contar con otras posibilidades concretas de continuar con su economía de subsistencia –utilizar otros caballos que tenía o pedir prestado uno, tal como hizo luego de que el animal le fuera secuestrado-, empleó a la yegua en la más exigente de las tareas –traslado de arena recién extraída del río-, conociendo su estado de preñez y deficiente alimentación”, expresó la sentencia.

«Derechos humanos»

«Hay que pensar en el derecho humano de quien vive del cirujeo», entrevista a Claudia Kembel, integrante del equipo científico de la Universidad que realizó un amplio diagnóstico sobre el cirujeo en Río Cuarto.

A diez años de un relevamiento anterior, suma otro diagnóstico que, en la medida que se efectuó con un instrumento similar pero no idéntico y siguiendo una metodología de barrido de áreas distinto al anterior,
no permite efectuar inferencias precisas sobre aumentos, disminuciones o transformaciones en la actividad y la población que la lleva adelante.
Sí permite, sin embargo, realizar razonamientos especulativos al respecto con valor de hipótesis a contrastar. Otros estudios complementarios a éste podrán realizar aportes significativos para profundizarlo. En ese sentido, vale considerar también
que este equipo de trabajo dispone de otros conocimientos sobre la problemática que están a disposición.
El estudio permitió registrar a 393 familias activas en las prácticas de cirujeo. En la medida de que eventualmente algunos casos no hayan podido ser relevados (de hecho a algunos hogares se concurrió hasta cuatro veces para ubicar a sus residentes y en algunos casos no fue posible), es correcto decir que aproximadamente la ciudad contiene a 400 familias que ejercen la actividad de recolección, reutilización y comercialización de residuos urbanos.
Algo más de la mitad de ellas apoyándose en el uso de carros con caballos. Esas 400 familias incluyen un total aproximado de 1.700 personas. De ese total unas 700 se dedican al cirujeo.
Un tercio de ella s se sumó a la actividad a posteriori del año 2001. Son los cirujas post-crisis. Las otras dos terceras partes tienen varias décadas en la actividad y su ingreso en mayor cantidad de casos puede vincularse a las diferentes crisis socio – económicas que ha tenido nuestro país.
La mayoría de los cirujas activos tiene entre 26 y 54 años de edad y la mitad de sus familias son de tipo numerosa. Su población en general es más bien joven, ya que el 46 % de ellos tiene hasta 17 años de edad.
En la mitad de los hogares con menores de edad éstos colaboran con el cirujeo y 6 de cada diez que entraron en edad pasiva (65 años o más) lo continúan haciendo. En el 83 % de los hogares dicen que la vivienda es propia, aunque 6 de cada diez reconoce que los terrenos son fiscales.
La mayoría de las viviendas son de ladrillo y techos de chapa y 1 de cada 3 dispone solamente de 1 ó 2 habitaciones o ambientes. La mayoría accede al agua potable (9 de cada 10) y a la energía eléctrica. Seis de cada diez tienen el baño incorporado a la vivienda y el resto lo tiene afuera o incluso lo comparte con otra vivienda (13,7 %).
Los que se incorporan a la actividad lo hacen por razones de absoluta necesidad; y en el caso que la hayan dejado (un tercio de los casos), ello se debe a la incorporación a otros trabajos o por razones de salud, principalmente. En el 45 % de los hogares se manifiesta que algún miembro del grupo busca actualmente trabajo.
Como mencionáramos, aproximadamente 200 familias realizan la actividad mediante el uso de carros tirados por caballos. Dos de cada diez han tenido problemas con EDECOM o la Sociedad Protectora de Animales.
La mayoría de los que accedieron a un zoó tropo lo valoran positivamente (8 de cada 10) y si no lo tienen su imaginario es igualmente positivo.
En las valoraciones críticas se suele mencionar las dificultades con su mantenimiento o ciertos condicionamientos de su uso por cuestiones de estructura y diseño.
Entre los materiales que recolectan y comercializan se destaca el cartón y el vidrio con ventas semanales o quincenales. Los ingresos son muy bajos, siendo que la mayoría (dos terceras partes) no consigue aportar al hogar más que 300 pesos semanales.
En la mitad de los casos los hogares cuentan con otros ingresos como AUH o en una proporción menor (un tercio) pensiones o jubilaciones. Los miembros en relación de dependencia son muy pocos 7,5 %.
En la mitad de los hogares algún miembro tiene problemas de salud con medicación permanente y en uno de cada cinco hogares alguno de sus miembros tiene algún tipo de discapacidad. La gran mayoría depende de la salud pública.
Los niveles de escolaridad son bajos. Hoy uno de cada cuatro niños no concluye el primario pero en el conjunto de la población han finalizado solo cuatro de cada diez personas. El secundario no ha sido completado por más de un 5 % de esa población.

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