«Hay veces que ya no puedo ni caminar por el esfuerzo que hago»

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Favio Reinoso tiene 20 años y es padre de un bebé de 8 meses. Recibe una pensión por discapacidad que no le alcanza para poder solventar la vida de su familia y desde hace 4 años lava vidrios de los automóviles que se detienen sobre Avenida España, en su intersección con Jaime Gil. Una historia dolorosa con un único reclamo: un trabajo digno.
«No consigno nada y tengo un chico para mantener. Hoy no hay trabajo para nadie. Yo tengo un problema congénito y esto me afecta las cuatro extremidades», señaló.
Favio expresó que «lavar coches en las esquinas es complicado, pero hay que ponerle el pecho».
«Hay veces que ya no puedo ni caminar por el esfuerzo que hago. Yo recibo una pensión no contributiva de 2 mil pesos y con eso no puedo hacer nada», se lamentó.
Recordó que al intentar buscar un empleo le dicen que no lo pueden incorporar porque «queda mal la empresa».
«Yo no pido que me regalen nada, quiero trabajo», expresó.

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