La Internet de las cosas en medicina

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En general, todos tenemos entre 1.000 y 3.000 cosas propias: desde una hoja, hasta el cepillo de dientes, un vaso, ropa, la almohada, etcétera. Son elementos que cada humano posee y necesitamos que tengan cierta textura, forma, sensación o algo que se adapte a nuestros gustos.

Cuando navegamos por Internet, ocurre que al regresar a la computadora comienzan a surgir sugerencias de diferentes cosas o servicios que estuvimos interesados. Ese reconocimiento que hace nuestra PC, teléfono o tablet, podría ser también aprendido por nuestro colchón, nuestro plato de comida, nuestra habitación y todo lo que nos rodea, sin tener que intervenir nosotros para adaptarlo a nuestro 
gusto.

Se estima que en unos años conectaremos casi todas nuestras pertenencias a Internet. Hoy, las etiquetas “RFID” almacenan información y la envían a teléfonos o computadoras para adaptar o automatizar tareas al gusto del usuario. A eso podríamos agregar la posibilidad de que la sensación táctil que tenemos de los objetos nos hagan creer que son otras cosas. Para esto la empresa “Immersion corporation” está desarrollando una nueva generación de tecnología táctil denominada “Háptica”. La idea es que se pueda colocar la mano en una pantalla u objeto adaptado y sentir textura donde no la hay, donde no existe.

Para producir esto, hay motores múltiples detrás de la pantalla que imitan la textura verdadera de lo que nosotros vemos reflejado. Llevado a la medicina, este sistema permite crear simuladores que a través de, por ejemplo, cirugía laparoscópica permitiría recrear sensaciones. Esta tecnología de inmersión permite hacer cirugías simuladas, incluyendo suturas.

En los próximos años, podremos tocar y tener las mismas sensaciones sobre pantallas y objetos sin necesidad de que sea real.

En paralelo, vamos perdiendo la interacción real con el mundo. Y progresivamente quizá no nos demos cuenta si lo que vemos, oímos, sentimos es fruto de un soft y un hardware que engaña nuestros sentidos o permanecemos aún en el mundo verdadero.

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