Embarazo antes de los 15

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Especialistas advierten sobre los factores de riesgo y la necesidad de contención y asesoramiento hacia las progenitoras. En Argentina, cada tres horas una niña da a luz y se convierte en madre de otro niño o niña. Y para entidades como la Alianza Argentina para la Salud de la Madre, es un indicador más de inequidad. “Las consecuencias de un embarazo en esta etapa de la vida afectan seriamente el presente y el futuro de las madres jóvenes”, afirman desde la asociación, conocida por su sigla Asumen.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, en 2013 el 15,5 por ciento de las mujeres que dieron a luz eran menores de 20 años, contra 15,4 por ciento en 2012 y 15,7 por ciento en 2010.
Entre los principales factores de riesgo del embarazo adolescente se encuentran la aparición más temprana de la menstruación o menarca, los embarazos precoces de las madres, el inicio anticipado de las relaciones sexuales, las familias disfuncionales y una mayor tolerancia del medio a la maternidad adolescente. “También un bajo nivel educativo, pensamientos mágicos, falta o distorsión de la información en cuanto a métodos anticonceptivos, abortos previos y controversias entre el sistema de valores de la joven con sus padres y factores culturales y regionales”, explica la doctora Elisabeth Bessone, especialista en pediatría y en adolescencia del Comité de Adolescencia de la Sociedad Argentina de Pediatría, filial Córdoba.
La vulnerabilidad afectiva propia de esta etapa, la omnipotencia, la curiosidad y el impulso sexual son también factores que influyen en este fenómeno. “El embarazo adolescente irrumpe en la joven cuando todavía no ha alcanzado la suficiente madurez física, ni mental y generalmente tiene lugar en circunstancias adversas y en un medio social poco receptivo para aceptarlo y protegerla. “La mayoría de las veces la adolescente con baja autoestima, que sufre discriminación afectiva, recibe atención a través de la relación sexual y encuentra alivio a su soledad”, describe Amalia Nicolás, médica ginecóloga con una vasta trayectoria en atención primaria de la salud.
Los especialistas en el tema señalan que a veces el equipo de salud, cuando no está lo suficiente preparado para afrontar este tipo de situaciones, o siente temor o piensa que no es de su incumbencia y toma la determinación de derivar a estas mamás adolescentes. “Pero es clave acompañarlas en este proceso, al igual que a su familia y su pareja. También deben fortalecerse la relación con sus pares y con la escuela, para que la mamá puede reformular su proyecto de vida”, propone la licenciada Yolanda Bettoni, directora de la Maestría en Salud Materno Infantil de la Universidad Nacional de Córdoba.
Para Bettoni, es importante la oferta de talleres grupales de reflexión-acción de frecuencia semanal o quincenal de 90 minutos de duración y con la inclusión de dos o más miembros del Equipo de Salud (clínica médica, pediatra, generalista e internista).
“El objetivo de los talleres es disminuir en las mujeres el temor al parto y otras ansiedades y miedos que surjan, estimular el control prenatal, informar sobre la evaluación del embarazo y el conocimiento de su propio cuerpo”, señala la doctora Amalia Nicolás. Además, es fundamental promover la lactancia materna, proporcionar información sobre planificación familiar, realizar el seguimiento de los padres y del recién nacido, motivar al lugar de referencia para lograr una mejor atención durante el parto y puerperio.
No obstante, los especialistas apuntan a que hay que trabajar en el proyecto de vida de las adolescentes, y eso no se soluciona con un taller de un día, sino a mediano y largo plazo.

Contexto social
La maternidad en la adolescencia es expresión de múltiples problemas sociales y sanitarios. La pobreza, la falta de educación y la inequidad de género configuran formas de vulneración de los derechos, generalmente en contextos familiares adversos. Entre los factores que inciden cabe destacar, el inicio cada vez más temprano de las relaciones sexuales, la insuficiente educación sexual y la falta de llegada universal de las políticas de salud sexual y reproductiva dirigidas particularmente a este grupo de edad.
“Además, un número muy importante de los embarazos que se originan en niñas menores de 15 años son producto de una violación y abuso sexual, generalmente producida por miembros o allegados a las familias o como consecuencia de situaciones de abuso de adolescentes-niñas, algunas de ellas portadoras de una discapacidad mental”, considera Bessone.
La maternidad a temprana edad conlleva un riesgo para las progenitoras, porque no solo puede estar vinculadas con situaciones de graves violaciones a sus derechos, sino que implican un impacto para su salud integral y para su sobrevida.
El riesgo de enfermar y de morir es muy superior cuando el embarazo se produce en la adolescencia temprana.

Opciones
En Córdoba, hace diez años funcionan grupos de discusión con pares en clubes, parroquias y otros lugares de encuentro. Las jóvenes pueden debatir y compartir acerca de lo que los motiva a comenzar con las relaciones, si esta elección es libre, si se sienten presionados por sus pares, por su pareja o por la familia. Además, hay grupos de jóvenes que trabajan con otros en distintos ámbitos escolares. Existe una Consejería de jóvenes para jóvenes en temas como Salud Sexual y reproductiva. El Grupo de Promoción de la Salud de Villa Allende que coordina la doctora Bibiana Clariá trabaja desde hace diez años con niños y jóvenes entre 11 y 25 años. También hay conserjerías instaladas en los colegios, integrada por grupos de estudiantes universitarios de diferentes carreras coordinado por la licenciada Nora Pellegrino.

Brecha
Una forma de comprender la diferente situación social y sanitaria de las adolescentes madres en el país es a través del análisis de las brechas existentes entre diferentes zonas geográficas.
En la región del noreste argentino (NEA) se registra una brecha de 60 por ciento más de embarazos en adolescentes comparado con Caba (28,3 por ciento contra 17,6 por ciento), y es casi seis veces mayor la proporción de madres menores de 15 años (1,36 por ciento frente a 0,29 por ciento) entre las regiones antes mencionadas.
Si se analizan las brechas interprovinciales, se observa una proporción 70 por ciento mayor de embarazos en adolescente en Misiones, en comparación con Caba y de más del 500 por ciento en madres menores de 15 años en Formosa, en relación con la capital del país.
La situación se torna más acuciante en aquellos casos en los que las niñas son madres en forma reiterada. En 2011, 107 niñas de entre 10 y 14 años fueron madres por segunda vez y 20, por tercera vez. Estos 127 casos evidencian las fallas múltiples de la sociedad en su conjunto, en los servicios de salud, en las políticas, para actuar oportunamente.

Datos de Unicef
En 2011, el porcentaje de embarazo en adolescentes superó al promedio nacional en seis de 24 provincias, con valores superiores al 20 por ciento Formosa y Chaco (25 por ciento); Misiones (22 por ciento), y Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero (21, 2 por ciento). Corrientes y Formosa, a su vez, mostraron un ascenso del porcentaje de nacidos vivos de madres adolescentes superior al 20 por ciento, constituyendo junto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) y San Juan, las jurisdicciones con mayor incremento acumulado entre el año 2001 y 2011.
La situación de Formosa es particularmente preocupante, debido a que las mujeres tienen 16 veces más riesgo de morir a lo largo de su vida reproductiva por causas relacionadas con el embarazo, el parto y el puerperio que las mujeres que residen en Caba.
La tasa de fecundidad adolescente es un indicador que muestra la probabilidad de embarazo en esta población y puede analizarse según dos franjas etarias: adolescencia precoz (10 a 14 años) o adolescencia tardía (15 a 19 años). El análisis de este indicador en nuestro país muestra un incremento acumulado del 11 por ciento en los últimos 20 años, cinco por ciento en la adolescencia precoz y uno por ciento en la tardía.

Fuente La Voz del Interior

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