Una vuelta por el mundo – Política internacional

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«Galeano partió a pocos días del cierre de la VII Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Panamá, los días 10 y 11 de abril, y a la que asistieron 34 mandatarios de América, y más de 2000 periodistas de todo el mundo…»

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Por Leonardo Macciocchi[1]

Esta semana, la noticia que conmovió a Latinoamérica y el mundo fue la muerte del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, un intelectual que contribuyó a repensar y a poner en circulación desde distintos sectores, la necesidad de refundar la identidad latinoamericana. Un pensamiento condensado en su célebre e inolvidable trabajo, Las venas abiertas de Latinoamérica, y que ha tenido múltiples manifestaciones, desde movimientos sociales, músicos y hasta políticos de la región.
Galeano partió a pocos días del cierre de la VII Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Panamá, los días 10 y 11 de abril, y a la que asistieron 34 mandatarios de América, y más de 2000 periodistas de todo el mundo. A diferencia de otras ediciones, en esta ocasión quedó palpable la redefinición de las relaciones norte-sur, una suerte de reposicionamiento casi generalizado frente a las históricas doctrinas de injerencia que impone Washington. Así ha quedado demostrado en el acercamiento y distensión entre Estados Unidos y Cuba. El apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro captó todas las miradas de la cumbre y ocupó la tapa de periódicos y portales internacionales, tras la decisión del jefe de estado norteamericano de retirar a Cuba de la lista de países que promueven el terrorismo.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, incluyó esa decisión en la primera etapa de de un proceso de normalización de relaciones diplomáticas. La segunda, se corresponde con el levantamiento del bloqueo comercial impuesto hace más de 50 años, la reapertura de embajadas en las dos capitales, y el cierre de la cárcel de Guantánamo.
Además del respaldo hacia Cuba en ese aspecto, los jefes de estado Evo Morales, Rafael Correa, Nicolás Maduro, y Cristina Kirchner, se expresaron en contra de las sanciones económicas impuestas a Venezuela y la injerencia norteamericana en el cono sur. Recordemos que Estados Unidos emitió un decreto en el que declara a Venezuela como una amenaza para su seguridad, lo que generó una fuerte reacción desde el gobierno de Maduro, quien movilizó a gran parte de sus ciudadanos a firmar en contra de aquella decisión.

Santos y las FARC otra vez a los tiros

Otro de los temas fundamentales que se trataron en la Cumbre fue el referido al conflicto entre el gobierno colombiano y las FARC que, hasta mitad de la semana pasada parecían seguir en la senda de los procesos de paz, ahora en peligro. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ordenó reactivar los ataques contra la guerrilla, a la que acusa de haber acabado con la vida de 11 militares y herido a otros 19, según lo informó el portal de noticias El Colombiano.
La versión oficial indicó que los uniformados fueron atacados con artillería pesada, mientras realizaban operaciones de control territorial para resguardar a los pobladores de la zona.
Mientras que, por el lado de las FARC, hablan de una “incoherencia” por parte del gobierno, al que acusan de ordenar operativos militares contra la guerrilla en plena tregua.
Más allá de las versiones que circulen, lo cierto es que la reanudación de este largo y sangriento conflicto pone en duda la continuidad de los procesos de paz que se iniciaron en La Habana iniciados en noviembre de 2012.

Rusia, a paso firme

Más allá de los conflictos que persisten en la región, es una realidad que la región latinoamericana está en pleno dinamismo, reacomodando posiciones frente a las presiones del norte a través de nuevos vínculos, como el caso de Rusia, país que está pisando muy fuerte en Latinomérica, y eso irrita a Washignton. “No tenemos ambiciones imperiales, solo vivir dignamente como Latinoamérica”, declaró días atrás el presidente ruso, Vladimir Putin, en el programa televisivo de ese país, “Línea directa”, en la que responde a las preguntas que formulan los ciudadanos.
La política exterior de Moscú se caracteriza por una incuestionable diplomacia y diálogo, la que contrasta con la lógica intervencionista norteamericana, constantemente empantanada en costosísimos conflictos armados en distintas latitudes.
Estados Unidos y la Unión Europea, buscan frenar justamente la proyección de Rusia en la arena internacional. Por eso continúan las sanciones económicas impuestas a Moscú por el conflicto en Ucrania, al que acusan directamente de ser el responsable del caos que vive ese país.
Se busca dejar afuera a Rusia, no solo desde el plano económico, sino también diplomático. No estuvo invitada a la reunión de cancilleres del G7 que tuvo lugar en Lübeck (Alemania), con el propósito de preparar los temas de la cumbre que tendrá lugar en junio de este año. La Federación Rusa, por tanto, quedará al margen de la discusión de temas de enorme peso mundial como el terrorismo del Estado Islámico, la crisis de Ucrania, el programa nuclear de Irán.
Mientras tanto, el presidente Putin, levantó esta semana la prohibición del tránsito de sistemas antiaéreos rusos hacia Irán. Una decisión que le otorga protagonismo a Rusia y, tal como lo expresó el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, constituye un avance en las negociaciones entre Irán y el G6.



[1] Analista internacional.

 

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