Por un Cordobazo deportivo: El legado de Tosco y el sueño de Alianza

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«En Moldes la historia no los sorprende, solo la escriben. Como si fuera un mandato natural de la ciudad de raíces gringas, el pueblo vuelve a unificarse bajo una misma lógica…»

tosco alianza

Cuentan que allí nació el mentor del Cordobazo. Un tipo de mameluco azul, con apellido tano, que hablaba de la Justicia Social con la solidez de las vías férreas que cruzan la localidad.
Cuentan que estudió en la escuela de Trabajo Julio Argentino Roca, donde cuestionaba los mandatos del sistema educativo y se negó a recibir el diploma de parte del director. Cuentan que a los 17 años se hizo aprendíz electricista y a los 20, lo eligieron delegado de Luz y Fuerza. Cuentan, además, que el joven de ideas marxistas y banderas de Perón presumía la calma de una siesta en Coronel Moldes y las convicciones de un líder que vivió como pensaba.
Como los muertos que no paran de nacer, Agustín Tosco se hizo leyenda. Su muerte en la clandestinidad solo fundamentó las razones del padre del Cordobazo. Cuentan que fueron miles los que participaron de su cortejo fúnebre y despidieron al Gringo con la certeza militante de que la muerte no puede con todo.
En Moldes la historia no los sorprende, solo la escriben. Como si fuera un mandato natural de la ciudad de raíces gringas, el pueblo vuelve a unificarse bajo una misma lógica. Fueron Toro, Belgrano y Everton hasta referenciarse en una Alianza tricolor que los devuelve a Córdoba y su templo de hazañas deportivas. Resueltos a una gesta desigual, esperan al rey de Copas sin el pudor reverencial de los que solo abren la puerta.
La caravana alcanzará la gloria antes de partir y ya desvela al puerto elitista, encumbrado en las pisadas de un gigante de Avellaneda.
Cuentan que ya saben de cordobazos y que marchan como si portaran los mamelucos azules que deciden la historia. Cuentan también que habrá más de mil en las gradas del olimpo y que cada gol será un mandato rebelde contra la pura lógica del fútbol.
Cuentan que falta poco y que nadie duerme. Cómo en las asambleas del Gringo, donde se gestaba la razón de una Córdoba rebelde.

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