Aprender a cuidar la voz

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Es la principal herramienta de trabajo de muchas personas. Su excesivo e incorrecto uso puede generar diversas patologías.
Docentes, pero también cantantes, locutores, actores, oradores, telefonistas, entrenadores deportivos, vendedores, narradores de cuentos, titiriteros, guías de turismo. Son incontables los profesionales y trabajadores que utilizan la voz como herramienta o instrumento de trabajo.
Nancy Grahovac, fonoaudióloga y coordinadora del Servicio de Fonoaudiología de la UEPC, describe así la diferencia entre voz profesional y ocupacional: “Cuando hablamos de ‘voz profesional’, nos referimos a voces educadas y entrenadas para lograr un sonido agradable, con cualidades artísticas y eficacia para resistir la cantidad de uso. Por ejemplo, la voz de un cantante”. “En cambio, la voz ocupacional no fue educada ni entrenada y, a pesar de ello, se usa como herramienta de trabajo. Es el caso del docente o telefonista”, añade.
El uso excesivo o incorrecto del aparato fonador, así como ciertos factores emocionales, ambientales y otras alteraciones de la salud, pueden dañar la voz e incluso ocasionar diversas patologías vocales que no sólo originan limitaciones laborales, sino también trastornos en la comunicación, y en consecuencia, un fuerte deterioro en la calidad de vida.
Los docentes constituyen un claro ejemplo de este problema. Según investigaciones realizadas por la Unidad Provincial del Cuidado de la Voz para el docente (UPCVD), “el 83 por ciento de las maestras encuestadas durante 2014 presentó al menos un síntoma de disfunción”. Y aunque no existen estadísticas sobre las principales (y reales) causas de ausentismo, se estima que los problemas asociados al uso de la voz figuran a la cabeza (después de las carpetas psiquiátricas y junto a las enfermedades infectocontagiosas y osteoarticulares).

Patologías frecuentes
Las patologías comienzan por alterar la función vocal, como en el caso del hiatus (abertura de la cuerda vocal, soplo de aire y disfonía) y pueden evolucionar hasta provocar una alteración en el aparato emisor, tal como el nódulo que afecta la cuerda vocal orgánicamente.
Gabriel Cavallo, otorrinolaringólogo y presidente de la Asociación Civil Cordobesa de ORL (Accorl), explica cuáles son las patologías más comunes que suelen sufrir “los profesionales de la voz”: “Lo más común son los procesos inflamatorios laríngeos, generalmente secundarios a un disturbio gástrico, con disfonía asociada más compensaciones musculares extralaríngeas. Luego le siguen, en importancia, los estados prenodulares o esbozos nodulares, nódulos y eventualmente pólipos y quistes”. “En el peor de los casos, y acorde a los hábitos y forma de vida, el paciente puede presentar disqueratosis (queratinización en capas basales del epitelio) y procesos neoformativos, algunos de los cuales pueden ser malignos”, agrega.
Según el especialista, la mayoría de estas afecciones son ocasionadas por “abuso y mal uso” de la voz y podrían evitarse a con técnica y entrenamiento vocal.
“Cuidar la voz implica llevar una vida sana: evitar los tóxicos, la ingesta de alcohol y el tabaquismo, hacer una dieta sana (alimentación no excesiva en grasas ni picantes para evitar el reflujo gastroesofágico que irrita la laringe), beber buena cantidad de agua y, fundamentalmente, contar con un profesional de la voz, que Córdoba tiene y de muy buen nivel, para que los asesore y les enseñe a cuidar este valioso instrumento de trabajo”, dice Cavallo.

Prevención temprana
“Sería maravilloso empezar la prevención desde la formación del profesional”, enfatiza Silvia Abraham, Jefa del Servicio de Fonoaudiología del Hospital Córdoba y coordinadora de la UPCVD, proyecto que busca la promoción de hábitos saludables en el cuidado de la voz a través de técnicas y prácticas para reducir al mínimo los problemas vocales que padecen los docentes de las instituciones educativas en Córdoba.
Al respecto, Grahovac opina que es necesario “minimizar los factores de riesgo de enfermar utilizando estrategias de control y anticipándose para preservar la salud de la población”. Y agrega: “Deberían realizarse más campañas de promoción de la salud para concienciar sobre la importancia de la educación e higiene vocal, así como también para disminuir el ruido ambiental, reducir las partículas irritantes (como el polvo de la tiza) y evitar la exposición a temperaturas muy altas o muy bajas (más aún si son producto de aire acondicionado), entre otras”.

Los primeros síntomas
Los especialistas llaman “disfonía ocupacional” a cualquier “alteración de la voz relacionada con su uso laboral”.
En ese sentido, las afecciones pueden ser directa o indirectamente proporcionales a las alteraciones. “Generalmente, al comienzo la alteración es incipiente, casi imperceptible, y la persona continúa haciendo uso laboral de la voz con conductas que compensan dicho déficit y frecuentemente agravan las alteraciones”, cuenta Grahovac. Por eso, es importante detectar las primeras alteraciones a tiempo para consultar al especialista antes de que se genere una patología.
Las alteraciones más frecuentes a tener en cuenta son: disminución de la intensidad vocal (voz débil) y del tono (hablar más grave), acortamiento de la duración de la voz (siente que le falta aire para terminar de expresar una idea) y del registro vocal (pierde capacidad melódica), quiebres y cambios en la calidad del sonido a lo largo del día o pérdida 
de voz.
“Estas afecciones pueden estar acompañadas o no por sensaciones de cuerpo extraño en la garganta, constricción, sequedad, tos, carraspera, dolor, picazón, ardor”, indican Abraham y Grahovac.
Cuando alguno de estos síntomas en la garganta o alteraciones vocales no se revierten en una semana o diez días, es necesario consultar a un otorrinolaringólogo a los fines de lograr un diagnóstico precoz y una derivación oportuna.
Como decía el filósofo griego Aristóteles, “la voz es un reflejo de los estados del alma”; y un instrumento fundamental para comunicarnos y vivir en sociedad.

Fuente La Voz del Interior

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