La conmovedora historia de Princesa, la beba que llegó sola por el mar

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España – Temblando de frío, con la ropa empapada, llegó este martes Princesa a bordo de la lancha neumática L. S. Hermes, la más pequeña y manejable de las embarcaciones que participó este martes en las tareas de rescate.

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Temblando de frío, con la ropa empapada, llegó este martes Princesa a bordo de la lancha neumática L. S. Hermes, la más pequeña y manejable de las embarcaciones que participó este martes en las tareas de rescate. Apenas tiene unos meses. No llega al año de vida.
Según informa el diario «El País» de España, a la Punta del Santo, el espigón de Tarifa (Cádiz) donde atracan estos días los barcos de Salvamento Marítimo repletos de inmigrantes subsaharianos, llegó junto a otros dos bebés, tres hombres y cinco mujeres, dos de ellas embarazadas. Los rescatadores habían recogido a la pequeña de una lancha de juguete, igual que a los demás. Pero sin padres.
Los compañeros de travesía contaron que la familia de la bebé intentó subir sin éxito a la zodiac de juguete cuando se produjo un confuso altercado con gendarmes marroquíes. En un francés atropellado relataron que hubo un intercambio de pedradas que empujó a los padres a dejar a la niña en la embarcación, mientras ellos se quedaban en tierra.
En la agrupación local de la Cruz Roja de Tarifa entró con fiebre (38,5 grados). Una enfermera le suministró Apiretal, un antipirético infantil, en pleno puerto. Luego durmió en una bañera, arropada por una manta. Desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde ni pestañeó. Tiene cinco dientes y unos ojos negros muy vivos que lo escudriñan todo. La chiquilla quedó al cuidado de María Ángeles, una voluntaria de Sevilla, de 33 años, madre de dos hijos. Cuenta «con el vello de punta» y con la niña en brazos, que la policía esperará a que sus padres la reclamen. Entretanto, su destino más probable es un centro de internamiento de extranjeros.

 

Durante toda la jornada pasó de regazo en regazo de las voluntarias que se negaron a bautizarla. En un centro donde otros 13 pequeños corretean en medio de juguetes de la Cruz Roja, ya se le conoce por Princesa. En todo el día, apenas lloró. «Cuatro lágrimas, nada más». Se tomó del tirón dos biberones de leche.

 

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