«Dar de comer o servirse. Deuda social»

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«¿Ante la deuda social en nuestro pueblo tomamos el camino de los discípulos? Porque entre nosotros hay deuda social: la imposibilidad de que todos accedan a las mismas posibilidades en igualitarias condiciones.»

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Opinión por el Pbro. Raúl Frega

Si nos sumergimos desde las emociones en lo que relata el Evangelio podemos sentir cierta indignación ante la respuesta despreocupada de los discípulos: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos».

Los discípulos se lavan las manos, no quieren ocuparse de las necesidades de sus hermanos y hasta justifican su actitud. No se puede sentir la misma indignación ante ciertos comentarios que son similares a los discípulos: “los planes sociales son para vagos, los pobres no quieren trabajar”, “usan nuestra plata para regalarla”.

Son discursos “miopes y burgueses” dichos desde la mesa de un bar, son frases sostenidas por dudosos intelectuales de televisión o por dirigentes que usan sus cargos en las instituciones para hacer negociados personales.

Las posturas de los discípulos que siguen actualizándose entre nosotros nos ponen ante el desafío de pensar la “deuda social”. “Una vez más, nos corresponde insistir en la “deuda social”, deuda de todos nosotros como argentinos. Es una deuda porque Dios nos creó a todos con posibilidades personales para una vida digna y creó el mundo para que todos podamos gozarlo y cuidarlo. La realidad es que la inequidad contradice ese proyecto de amor.” Sigo en esta reflexión al Mons. Víctor Fernández en su presentación sobre estudios de la UCA sobre la deuda social.

¿Ante la deuda social en nuestro pueblo tomamos el camino de los discípulos? Porque entre nosotros hay deuda social: la imposibilidad de que todos accedan a las mismas posibilidades en igualitarias condiciones. También entre nosotros se justifica lavarse las manos ante la pobreza e injusticia del pobre. También entre nosotros hay corrupción sentada en cargos directivos.

Sorpresa y vergüenza deben haber sentido los discípulos ante la respuesta de Jesús: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos».

“Se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “denles de comer ustedes mismos”, lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. “ EG 188.

Sorpresa y vergüenza debemos sentir si no actuamos ante el desafío de Jesús. Se trata de jugarse por generar una mentalidad nueva, pensar en comunidad, pensar en pueblo y dejar de pensar en intereses y ganancias personales. Es dejar de pensar en negociados turbios, aunque estén bañados de buenas intenciones y aparentes búsquedas de bien común.

La indicación “denles ustedes de comer” y la puesta en común de los 5 panes y los 2 pescados marca una clara dirección: debemos poner en común nuestros dones para el progreso de todos. Resuena la invitación del Papa: “¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Los exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano.”

Más allá de las implicancias personales y privadas de estas manifestaciones. Debemos dejar resonar esta dirección entre las instituciones del pueblo: ¿Qué debemos poner en común para poder lograr cambios y progresos? ¿Cuál es la “riqueza” de mi institución para la construcción del bien común? No se trata de una mirada centrada solamente en los recursos económicos, pero aquellas instituciones que poseen capital económico y función social deben sentirse más interpeladas.

Si alguno piensa: ¿dónde está el “comentario bíblico” del Evangelio? O tal vez piense que detrás de mis palabras hay posturas de política partidaria les recuerdo algunas palabras de Francisco que se convierten en línea de acción concreta de mi voz sacerdotal: “Los Pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano. Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común».”

No se puede callar sobre las problemáticas sociales.  Aunque a algunos les moleste e incluso recurran a mecanismos de presión o la burda calumnia queriendo identificarme con posturas partidarias no se puede silenciar la voz de la fe comprometida con la realidad.

Lavarse las manos o involucrarse. Cooperar para el bien común y no para el negociado personal. Dar de comer desde lo que tenemos o servirse del otro. Son los grandes desafíos de la Palabra de Dios de este domingo.

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