Enfermedad cerebrovascular

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Es una de las más frecuentes e incapacitantes en los países desarrollados. Los ACV representan un conjunto de trastornos transitorios o permanentes que afectan al cerebro y son producidos por una alteración de la circulación cerebral. La palabra ICTUS (golpe o ataque) se utiliza para recalcar la habitual instauración rápida de los síntomas.
Las causas de los ACV son variadas. Las principales son:
Arteriosclerosis: está relacionada con el envejecimiento de las arterias que ocurre con la edad; sin embargo existen algunos factores de riesgo que la pueden acelerar como la hipertensión arterial crónica, diabetes, aumento del colesterol y el consumo de tabaco. El control disminuye la probabilidad de tener una complicación cardiovascular en aquellas personas predispuestas.

Embolias, o pequeños coágulos procedentes habitualmente del corazón.

Hemorragias cerebrales: se producen por la rotura de la pared arterial y se relacionan con la hipertensión arterial crónica o malformaciones de las arterias o venas cerebrales.

Consecuencias
El ACV produce lesión cerebral, puede dejar secuelas funcionales y existe riesgo de que se repita.

Tras haber sufrido un ACV, pueden ocurrir tres cosas:

– Una recuperación casi inmediata (minutos a horas). En este caso se denominan Ataque Isquémico Transitorio.

– Recuperación en mayor o menor medida. Suele darse entre semanas y meses estableciéndose secuelas.

– Empeoramiento. Puede deberse a causas neurológicas o a otras complicaciones como fiebre, infecciones, insuficiencia cardiaca u otras. El empeoramiento puede ser grave e incluso llevar a la muerte del paciente.

Diagnóstico
Debe ser rápidamente y con profundidad la causa y la gravedad de su enfermedad. Se trata la enfermedad con las medidas necesarias para conseguir la estabilización e iniciar la recuperación. Allí les enseñan la paciente su familia a afrontar la nueva situación.
Una vez se ha tenido un ICTUS, los factores de riesgo vascular siguen estando presentes, por lo que su control es indispensable si queremos reducir al máximo el riesgo de recaídas.
Es de especial relevancia el buen control de la tensión arterial, la glucemia (el azúcar), los lípidos (el colesterol) y no fumar. Un ambiente con humos también se considera perjudicial, por lo que es conveniente que no se fume en la zona donde está el paciente. Las arritmias cardíacas y la insuficiencia cardiaca deberían controlarse periódicamente.

Fuente www.institutokremer.com.ar

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