Várices

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Se producen cuando las paredes de una vena se encuentran dilatadas. Esa deficiencia venosa no se puede suplir, es genética. Si se le agregan los factores socioeconómicos y externos, como obesidad o ingesta de anticonceptivos orales a temprana edad, la enfermedad aparecerá antes.

Prevención
A través de una consulta temprana es observable o cuando hay dolor de piernas, pesadez, hormigueo o calambres nocturnos. Las piernas no tienen que doler. La gente toma como algo normal que al final del día duelan las piernas, pero es un alerta que tiene el cuerpo, que se acostumbre al dolor es otra cosa, pero el paciente tiene que hacer la consulta. El umbral del dolor es personal y particular. Es subjetivo. También se puede observar que son personas que llegan al final del día con los puños de las medias marcados, por ejemplo.

Síntomas
El dolor es el síntoma cardinal. “Cardinal” significa que es un síntoma propios de la enfermedad: dolor, pesadez, cansancio, hinchazón, calambres nocturnos ardor y hormigueo. Cuando el estadio no es temprano y hay complicaciones, todo se magnifica. Muchas veces tiene que tener apoyo de tratamiento del dolor y apoyo psicológico.
Se debe consultar ante signos como pesadez o cuando las várices son visibles. Se puede tener patología y ser asintomático, porque hay algunos hábitos que hacen que la sintomatología disminuya. Por ejemplo, puede existir el caso de una mujer de 30 años que tiene várices pero es activa, tiene una actividad deportiva importante y buena masa muscular y entonces consulta por lo que se ve y no por lo que siente. Pero también puede estar la situación inversa: una paciente de 25 años con un poco de sobrepeso, sedentaria, que tiene várices, pero –como no advierte la alteración estética– acude al consultorio porque le duelen las piernas.
Es necesario saber que cuando la persona está de pie o sentado no son causas, pero sí factores que hacen que se desarrollen un poco más o menos, que tengan más o menos síntomas, es decir, influye en cómo se manifiesta.

Posibles complicaciones
Una úlcera, por ejemplo. Una persona de 60 años, ulcerada desde hace 15, está recluida de su vida laboral, familiar, de pareja. Es una paciente que tiene una llaga, una herida, que tiene olor, que tiene que estar permanentemente curándose. Duerme sola, no se muestra, no sale. Y esa patología agravada, según el país, tiene una prevalencia de 0,2 a 2 por ciento.

 

Fuente Sociedad Panamericana de Flebología y Linfología

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