El agua y la piel

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Con la llegada del verano las personas aumentan el contacto con el agua. Si bien esto produce un alivio de la sensación de calor además de la lógica diversión y descanso, también puede traer aparejados algunos efectos no deseados y molestos en la piel.
Es habitual que con la llegada del verano las personas aumenten el contacto con el agua, ya sea a través de baños más frecuentes o por actividades recreativas como, por ejemplo, vacaciones en zonas de playa o cerca d e cursos de agua. Si bien esto produce un alivio de la sensación de calor además de la lógica diversión y descanso, también puede traer aparejados algunos efectos no deseados y molestos en la piel.
El caso más común es el que se observa en aquellas personas que concurren a piscinas públicas o institucionales. Estas piscinas, por cuestiones de mantenimiento del agua, contienen habitualmente una serie de productos químicos como el cloro, reguladores de pH, alguicidas, decantadores y clarificadores, que pueden resultar agresivos e irritar fácilmente las pieles sensibles.
Esto se produce porque estas sustan cias actúan directamente como irritantes o porque cambian la homeostasis (normalidad) de la piel. En el caso de las piletas familiares o caseras, como no tienen un uso tan intensivo, no suele ser necesario el agregado frecuente de estos productos y, por lo tanto, el riesgo de sufrir irritación no es tan alto. En este sentido, se recomienda respetar los consejos que imparten los fabricantes de productos para piscinas o las personas encargadas del mantenimiento de las mismas.

Los más afectados
Es importante recordar que no todos tenemos el mismo umbral de irritabilidad o tolerancia en nuestra piel. Por lo que sólo algunas personas manifestarán esas agresiones y estas, a su vez, serán diferentes de una persona a otra. Como la piel de los niños es más delgada y delicada, en ellos generalmente repercute este inconveniente.

Agua de mar
Al contener sales en una concentración similar al del medio interno del ser humano y no poseer productos químicos no g enera tantas alteraciones. Pero es recomendable, luego de un baño en el mar, enjuagar la piel con agua dulce, ya que si no se lo hace, la acumulación de sal en la superficie de la piel producirá un resecamiento de la misma con el paso de las horas.
El agua dulce de los ríos suele ser la mejor tolerada ya que prácticamente no altera la normalidad de la piel.
En todos los casos es importante recordar que el contacto prolongado o repetido con el agua va generando una disminución de la hidratación cutánea ya que se pierde la barrera lipídica que es la encargada de mantener la hidratación óptima de la piel. Por eso, en los casos de pieles sensibles o secas se sugiere que los baños no sean demasiados prolongados (no más de 10 a 15 minutos) y la aplicación de cremas emolientes o humectantes con posterioridad. También, en el caso del baño higiénico hogareño se recomienda no utilizar agua a alta temperatura y evitar el uso de esponjas y jabones con agregado de químicos o antisépticos ya que esto aumenta el riesgo de generar irritación y sequedad.

Precauciones
Muchas enfermedades de la piel que pueden estar transitoriamente controladas -o en estado de latencia- pueden reactivarse con la exposición inadecuada al agua o el uso de determina das sustancias durante el baño. Este es el caso de niños o adultos con dermatitis atópica, xerodermia, eccemas y otras enfermedades de hipersensibilidad.
En caso de presentar alguna reacción en la piel lo ideal es no aplicar ninguna sustancia extraña ni medicamentosa y solamente usar productos humectantes en cremas o emulsiones hasta poder efectuar la consulta con el médico especialista.

Fuentes consultadas:
La Voz del Interior
Sociedad Argentina de Dermatología-Córdoba

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