Lo perdieron todo

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Los minutos posteriores al paso del viento, con ráfagas superiores a los 150 kilómetros por hora, revelaron la peor postal de la tormenta. Viviendas arrasadas, sin techos ni paredes, se multiplicaron sobre la ribera del río, en los asentamientos donde residen más de mil familias humildes de la ciudad.
Empapados y con lo poco que pudieron rescatar, algunos afectados resistían las condiciones climáticas a la espera de la ayuda oficial. Otros, observaban absortos el final de un temporal que los dejó sin nada, como una obstinación arbitraria contra los que menos tienen.
En Cola de Pato, Islas Malvinas, Oncativo y Ranqueles, las imágenes se repetían. Fue el peor final para un fenomenómeno meteorológico devastador, sin precedentes.
«El sacrificio de toda la vida y no tenemos nada. Nos costó mucho hacer este trabajito. Estábamos adentro cuando se vino la tormenta y mira…», relató emocionado un vecino de Malvinas.
Otra mujer observaba conmocionada la casa de ladrillos demolida por el viento. «Empezó a venir el viento fuerte y nos fuimos con los chicos a la casa de mi papá. Volaron las chapas, se mojó la ropa, los colchones… se me perdió todo», describió entre lágrimas.
El reparto de colchones y frazadas llegó como una bendición para quienes buscaban un refugio ó los que decidieron quedarse dentro de la casa para evitar robos.
Unas 30 familias fueron evacuadas en viviendas de familiares ó amigos, en el centro Ilusiones y en la Casa del Sol.
Los vecinos fueron el primer eslabón de una cadena solidaria fundamental, que ayudó al plan de emergencia coordinado por el municipio.

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