Lesiones oculares

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Suelen producirse cuando la exposición al sol es prolongada y sin protección. Irritación e inflamación de la córnea y la conjuntiva, e incluso pequeñas úlceras corneales son los cuadros más frecuentes. En circunstancias normales, estas radiaciones llegan filtradas por las capas altas de la atmósfera y son absorbidas por los objetos. La cantidad de radiación es más elevada en zonas muy altas, pero también en el mar y en la nieve, ya que las radiaciones se reflejan sobre dichas superficies. A nivel ocular, este tipo de radiación produce irritación muy intensa de la superficie de la córnea y de la conjuntiva, lo que se denomina “queratoconjuntivitis fotoactínica” o “queratopatía punctata”. Si la exposición es mayor, también puede llegar a producir pequeñas úlceras corneales. Los síntomas de esta afección son: dolor ocular, ojo rojo, ardor, fotofobia, visión borrosa, escozor, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño o arenilla y sequedad ocular. Un aspecto característico de las quemaduras por radiación ultravioleta es un periodo de latencia entre la exposición y el efecto (de aproximadamente seis horas), en el que el individuo no siente molestias. Pero las células del epitelio corneal comienzan a morir lentamente y son barridas generalmente por el parpadeo. De este modo, muchas terminaciones nerviosas quedan expuestas y generan importante dolor ocular (generalmente bilateral).
A nivel de la piel de los párpados, el exceso de exposición a la luz ultravioleta produce una quemadura cutánea solar que, a lo largo del tiempo, puede llegar a causar tumores en la piel, especialmente en la de los párpados. Por otro lado, las personas que a lo largo de su vida hayan estado expuestas a mayores cantidades de las radiaciones ultravioleta, junto con problemas de tumores cutáneos, tienen un mayor riesgo de sufrir cataratas y degeneración macular senil. Y, en algunos casos, puede producirse una retinopatía solar, con lesiones que pueden ser serias. La forma de prevenir estas complicaciones es la utilización de cremas que protejan la piel de las radiaciones ultravioletas y lentes aéreos de protección que filtren la luz ultravioleta y tengan protecció n lateral para evitar la irritación del ojo por efecto del viento y también de la nieve.

Tipo de anteojos 

Es recomendable asistir a la consulta con un oftalmólogo, que indicará el tipo de lentes recomendable para cada caso. Y también concurrir a una óptica que evalúe las necesidades del paciente según prescripción médica. Entre ambos profesionales, se debe confeccionar un anteojo de sol adecuado a las necesidades del paciente.
Es aconsejable usarlos todo el año, debido a que las radiaciones ultravioleta dependen también de la localización geográfica.

Fuente La Voz del Interior

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