El cerebro desnutrido

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 La cabeza del niño desnutrido es más pequeña que la cabeza del niño bien nutrido. Porque el cerebro es más pequeño. Pesa menos y presenta signos de atrofia. No basta con el pan y la leche. La desnutrición proteicocalórica afecta casi siempre a  los hijos de familias que viven en condiciones de pobreza extrema. Ni los padres ni el entorno pueden ofrecer el nivel de estímulos afectivos y psicomotores que necesitan estos niños para recuperarse, y esta situación agrava la desnutrición y perpetúa la pobreza.
El niño enfermo de desnutrición proteicocalórica, puede comenzar de manera precoz, ya en el vientre materno, durante los primeros días o meses de la vida. Se produce por falta o mala alimentación, más exactamente por falta de nutrientes que el ser humano necesita, en cantidad y calidad adecuadas, para desarrollarse física y psíquicamente. 

La desnutrición
Impide el desarrollo de las personas, y por extensión, impide el desarrollo de la comunidad, que prosigue entonces pobre y desnutrida. 
El cerebro es particularmente sensible a la falta de nutrientes adecuados durante el último trimestre del embarazo y durante los dos primeros años de la vida, en especial durante el primero. Llegado el final del primer año de la vida, el cerebro sano ya tiene el 70% del desarrollo del cerebro adulto. La desnutrición durante el tercer trimestre del embarazo y durante los dos primeros años de la vida, por tanto, dificulta el desarrollo cerebral de una forma trascendente porque lo afecta durante una fase trascendental de su desarrollo. Esta inhibición del desarrollo produce una reducción probablemente permanente en el tamaño del cerebro y en el desarrollo intelectual.
La desnutrición afecta a las neuronas y dificulta sobretodo el desarrollo de las sinapsis que las interconectan; la transmisión de la información dentro del cerebro queda en consecuencia afectada. Pero aún no se sabe qué relación hay entre esta afectación de la transmisión nerviosa provocada por la desnutrición y ciertas enfermedades psiquiátricas que se deben, precisamente, a dificultades en la transmisión nerviosa. De hecho, los niños desnutridos presentan, de adolescentes, transtornos de conducta y agresividad, otras dos condiciones que entorpecen el desarrollo del individuo. 

Fuente: Diario El Litoral 

 Horacio Vivir Mejor

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