Matar la inocencia

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El hecho de la madre que ahogó a su pequeño hijo en el Gran Buenos Aires, no sólo causó perplejidad entre los mayores, sino del mismo modo, preocupación entre los chicos a los que la noticia les llegó por los medios televisivos.

Si hay cuestiones de lo que un hijo jamás puede poner en tela de juicio, es del amor de sus padres. Es más, hasta en las relaciones más discrepantes o antojadizas, conscientes o no, infrecuentemente un niño supone que una conducta “rara” de sus padres puede tener  infames propósitos. Realmente, cómo y por qué se puede matar de esa manera es algo que no puede imaginarse, pero es una sombra que nos demanda y nos afronta cada vez como especie. Hoy nuevamente la institución escuela debe estar preparada para comentar estos hechos que llegan al aula sin ser buscados por la misma. Es la realidad que atraviesa a nuestra niñez, y desde la escuela debe haber diálogo y no eludir los temas que preocupan a especialistas y a los docentes que conviven con nuestros niños también ¿Qué decir? ¿Cómo explicar estos egoísmos donde privan la no aceptación, en estos seres humanos, de ser dejados el creerse  omnipresentes y omnipotentes para el otro que toma otras decisiones?. Obviamente, no entra la reflexión ni la responsabilidad que han elegido al tener que ser padres. ¿Cómo decirles lo que hizo esta madre? ¿Cómo hablar de una mujer que prioriza el amor (y desamor) por su ex marido por encima de la vida de su propio hijo? ¿Cómo decirles que, además, esta mujer reconoce, sin piedad, haber cometido el crimen por venganza?
No hay muchas clarificaciones, más que lo que instituimos provechoso responder a lo que ellos inquieran. No se debe dar más pormenores de los que ellos quieran saber. Siempre es útil armonizar la percepción  en «lo razonable y preciso»; a lo que, el buen entender y soportar de un niño perplejo; eso considero que es «lo mejor que podemos hacer». Lo que hay que evitar que llegue información al niño de otras fuentes, y que puedan desacreditar nuestras explicaciones.
Si no se sabe qué decir, deberíamos consultar a quien pueda proporcionarnos una ayuda apreciada y prudente (maestro, psicólogo, pediatra, etc.). Desde la escuela hay que transmitir, desde el dialogo con los padres, la aseveración de que siempre buscan el bien de sus hijos, y que estos acontecimientos son casos muy especiales.
Siguiendo a Valiente Noailles “Estamos ante el tipo de cuestiones que a uno le hacen pensar si la humanidad, a pesar de su fábula del progreso, abandonó alguna vez el estadio de Caín y Abel, ese relato simbólico de la aniquilación del otro. Efectivamente, como si no hubiera transcurrido tiempo ninguno, se trata de una repetición de aquel gesto de asesinato que, esencialmente, es el asesinato de la inocencia. Al igual que en aquella historia, la inocencia despierta odio, despierta la envidia hacia quien habita en un mundo que no conoce aún la condena ni el resentimiento”.

LIC ELENA FARAH

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