Los Illya Kuryaki volvieron a escena después de diez años

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Esa tendencia al mestizaje sonoro, que cruza con suerte diversa los trazos musicales de hip-hop estadounidense, el funk, el soul y el rock, se volvió a anudar en la noche del jueves en el Movistar Free Music, la primera presentación masiva del dúo desde su nuevo encuentro.
Si bien no hubo novedades en el repertorio, la comunión entre Spinetta y Horvilleur en sí misma alcanza para alimentar la expectativa de una nueva aventura creativa luego de que los músicos experimentaran, en la década que pasó, derroteros estéticos bien diferentes.
En esa regresión a un pasado común, los Kuryaki se recostaron en la plasticidad de algunos géneros que, por su naturaleza, parecen resistir con cierta comodidad la fusión aunque el resultado, en el caso concreto, arroje un resultado dispar al calor de impulsos musicales no siempre maduros.
El sonido de los Kuryaki reposó en una base rítmica incesante, sostenida por el baterista Sergio Verdinelli (Luis Alberto Spinetta, Fito Paez), que es, sin dudas, el corazón de una banda donde el beat se impone sobre cualquier desarrollo melódico y armónico.
El elenco se completó con Rafael Arcaute (teclados), Matías Rada (guitarra), Mariano Domínguez (bajo) y Carlos Salas (percusión).
El decurso de la noche transitó, en forma no lineal, por el devenir musical que los Kuryaki experimentaron desde 1991, cuando irrumpieron afirmándose en el espíritu mordaz del hip hop hasta su despedida, en 2011, más cerca de los climas que el mismo grupo había desafiado en los noventa.
Tras una larga espera, Spinetta y Horvilleur aparecieron en escena con «Chaco» para luego descender a las ideas musicales más complaciente y menos provocadoras de «Apocalipsis waw» y «Juguar house».
El recital prosiguió entre los contrastes musicales que ofrecen los ocho discos del dúo, con momentos de furia en el público en temas esperados como «Fabrico cuero», «Es tuya Juan» o «Versus».
A veces esos contrastes formaron parte de la misma secuencia musical, como sucedió en la versión de «Virgen de riña», remozada en el tono de una balada acústica en su sección inicial para luego desembocar en un estribillo revestido de las asperezas del grito de rock.
«Abarajame», hit del ciclo inaugural del dúo, clausuró en recital que dejó promesas de gira, disco y composiciones nuevas.

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