Joaquín Sabina dará el domingo su primer concierto en Nueva York. Pero primero estuvo este jueves en la sede de Sony. Un rascacielos de la Avenida Madison donde se presentó con una chupa de cuero y un sombrero panamá. Le esperaba un ejecutivo de la compañía que descubrió una placa, elogió su «rebeldía con causa» y dijo que el rascacielos lo había construido él al alimón con Bob Dylan, Elvis y Leonard Cohen.
«Es cierto que mi generación tuvo un antiamericanismo con mayúsculas. Pero luego todos hemos cumplido años», expresó Sabina en declaraciones publicadas por el diario El Mundo de España.
«He tenido que venir a Nueva York para enterarme de que había construido un edificio y espero que lo hereden mis hijas», bromeó el cantante, que se quitó el panamá pero no la bufanda y se bebió una cerveza mientras respondía a los periodistas.
Es la primera vez que vengo a cantar a la ciudad», explicó, «había venido a oler, a aprender y a mirar. No vine antes porque no me llamaron. Y supongo que porque recorrí Latinoamérica y tardé en enterarme de que aquí también se hablaba español y que los latinos están aquí para quedarse».
A Sabina le gusta mucho la ciudad. La descubrió por primera vez hace 20 años y lo primero que le llamó la atención es que fuera una ciudad tan paseable: «Me parecía increíble porque mi imaginación de niño de provincias me decía que era una ciudad inabarcable. Descubrí que se podía ir a pie a los sitios y me encantó conocer las esquinas que había visto en las películas y los hoteles que había visto en las canciones».
Preso de la mitomanía, Sabina explica que le habría gustado darse una vuelta por dos sitios: «Quería ir al Hotel Chelsea y lo han tirado. Quería ir a cenar a Elaine’s y lo han cerrado. Me iré al Puente de Brooklyn».
¿Se ha reconciliado Sabina con Estados Unidos? «No tenía que reconciliarme con nada», explica, «es cierto que mi generación tuvo un antiamericanismo con mayúsculas. Pero luego todos hemos cumplido años y yo he aprendido más de Dylan o de Cohen que de Quintero, León y Quiroga».