«El rescatista no conocía a Alejandro pero cuando encontró el cuerpo lloraba como un niño»

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Entrevista con Carmen Sorondo – Segunda parte.A las 21:30 del sábado 13 de agosto los restos de Alejandro Sorondo llegaban a la unidad médico forense de San Miguel de Tucumán. Habían pasado 6 semanas de una búsqueda entre vientos huracanados y un frío que carcomía los huesos. Los montañistas que arriesgaron su vida en busca de un sobreviviente, lloraron la muerte del compañero de aventuras. Para Carmen, la madre de Alejandro, se trata de una cofradía difícil de explicar desde la seguridad en la llanura.
«Son una cosa increíble por la solidaridad que demuestran. La información llegó a Europa y desde allí querían venir montañistas. Son una cofradía», afirmó la mujer.
Carmen destacó que «Alejandro hacía dos años que había comenzado en la actividad y muchos de quienes ayudaron en la búsqueda no lo conocían».
«El rescatista que encontró el cuerpo nunca lo había visto, sin embargo cuando lo halló lloró como un niño», recordó.
Cuerpos de trabajo de Tucumán, expertos en rescates en el Aconcagua – la montaña más alta de América- y amigos decididos a burlar el riesgo del Aconquija, fueron los héroes de una coordinación empeñosa, pero indefinida.
«Fue muy lenta la reacción desde mi posición de madre. Los expertos del Aconcagua hicieron el trabajo con una rápidez impresionante pero aunque no dejo de estar agradecida al Gobierno de Tucumán, ellos actuaron muy lento. Alejandro fue encontrado muerto, pero si hubiese estado vivo pasaron 20 días…», expresó.
Sobre las dudas que provocó el relato del guía, Carmen señaló que «al principio hubo contradicciones»
«El chico estuvo 10 horas sin conocimiento, estaba muy golpeado, muy confuso, pero no tuvo mala voluntad. Con el ataque mío y el de los compañeros de Alejandro, el guía se puso a la defensiva. Doy gracias a Dios que se haya salvado porque sino, hubiésemos tenido dos muertos y nunca los hubiéramos encontrado», afirmó.

Recuerdo

Las últimas expectativas de hallar con vida a Alejandro se diluyeron en un vuelo de helicóptero que pudo advertir a más de 4.960 metros de altura el cuerpo congelado del joven. Un grupo de expertos logró recuperarlo y a lomo de mula fue trasladado hasta el complejo Santa María. A casi una semana, familiares y amigos lo recordarán con una misa, que se realizará este miércoles, a las 20, en la capilla Santa Teresita.
«Lo despediremos con una misa con allegados, amigos y familiares para darle un cierre a esta situación», manifestó.
Los restos del ingeniero agrónomo riocuartense serán derivados esta semana a Córdoba donde se producirá la cremación y luego serán derivados al campo de la familia en San Luis.

Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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