Sin ideas para votar – Por Guillermo Geremía

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Con la carrera electoral ya largada en elecciones provincia por provincia, los primeros votos depararon sorpresas. Con resultados que no se esperaban y con irregularidades electorales que encienden la preocupación por la garantía de transparencia en los comicios.


Los días que corren en la provincia y el país nos llaman con campanadas al año electoral. Fechas de elecciones que se prometen, candidatos que se bajan de las internas y gobernantes que le ponen -por fin- a las urnas un lugar en el calendario son signos inequívocos de los días por venir.
Con la carrera electoral ya largada en elecciones provincia por provincia, los primeros votos depararon sorpresas. Con resultados que no se esperaban y con irregularidades electorales que encienden la preocupación por la garantía de transparencia en los comicios.
Lecturas políticas respecto de las últimas páginas escritas por nuestros dirigentes hay para todos los gustos. Desde las visiones apocalípticas hasta el mundo color de rosa, sobran los diagnósticos sobre el momento que vivimos y los problemas que nos afectan.
Pero en el comienzo de este largo camino de votos, en el amanecer electoral del año los primeros rayos no iluminan con propuestas que hagan alumbrar la expectativa de opciones electorales indispensables para el necesario fortalecimiento de la democracia.
En cambio aparecen en el horizonte sólo unos pocos nubarrones de amenazadoras tormentas que cuando tienen que hacer llover ideas se diluyen con el primer viento de la realidad.
Concretamente en Córdoba y en la Argentina hasta ahora no asoman soluciones a los problemas fundamentales que nos quitan el sueño. Hay sí, pirotecnia verbal de todos los colores pero proyectos brillan por su ausencia.
Un candidato que quiere ser máxima autoridad política de la provincia no se avergonzó en admitirlo. Dijo en declaraciones periodísticas, “no me pidan propuestas porque las voy a dar más adelante”. Así respondió cuando se le reclamó definiciones en torno de los problemas de inseguridad, pobreza, falta de viviendas, la droga o el aborto. La propia Iglesia Católica les ha reclamado definiciones a los candidatos que sólo unos pocos se admiten ya no a dar sino al menos a pensar.
Dependerá de nuestras propias demandas como ciudadanos que, quienes nos gobiernan o quienes aspiran a ser sus sucesores, sientan la inminencia del castigo electoral en las urnas sino nos dicen qué piensan hacer para solucionar los problemas e inequidades que como sociedad tenemos.
¡Bárbaros, las ideas no se matan!, escribió Sarmiento en su exilio trasandino. Lejos estamos, las ideas de buena parte de nuestros políticos todavía no nacieron.

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