El argentino que buscaba a su mujer y a sus hijos en Japón pudo encontrarlos

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Alejandro Della Rosa no dudó. A pesar de que le dijeron que esperara a mañana, apenas le dijeron que el epicentro del terremoto que azota a Japón había sido a 18 km de donde se encuentra su familia se subió como un bólido a su auto y arrancó. Cargó nafta y emprendió el dramático recorrido de mil kilómetros que lo separaban de su mujer y sus dos hijos.
Es que Alejandro se encontraba haciendo una capacitación laboral en la ciudad de Kobe, ubicada a mil kilómetros hacia el sur. Su familia vive en un pueblo de montaña a 18 km de Sendai, la ciudad epicentro del feroz terremoto. Hacia allí intenta llegar Alejandro, en busca de María Alejandra, su mujer y sus dos chiquitos: Angelina de 9 años y Valentino de 6.
Alejandro comenzó a subir hacia Sendai por la costa oeste, pero la policía le impidió seguir por lo devastadas que estaban las zonas y el peligro que esto significaba. Cambió el recorrido y siguió camino por la costa este con el último mensaje de su mujer en mente. «Es un terremoto tremendo, te amo», le escribió ella desde su celular. «No le dio tiempo a más nada», contó él mientras seguía manejando al canal TN.
Cuando vio el mensaje de texto, Alejandro llamó a su mujer, a su casa y la fábrica donde ella trabaja. Pero «todas las comunicaciones estaban colapsadas. Ahí se me ocurrió llamar a la municipalidad de Kobe. Y me dijeron que estaba todo colapsado. Que me quedara y esperara que se hiciera de día. Pero yo me largué igual», contó.
Su impulso tuvo recompensa. Finalmente pudo saber –mientras viajaba- que su familia estaba bien y en un refugio.
La familia Della Rosa vive hace 6 años en Japón y hace tres meses se mudó cerca de Sendai. Cuando llegaron al país, asistieron al curso sobre sismos que brindas las autoridades japonesas.
«Cuando usted pisa territorio japonés usted recibe una instrucción básica de cómo es un terremoto y cómo actuar. La imprevisibilidad es muy baja. Es un país que está preparado para los terremotos», explicó Alejandro.
«Lo imprevisto fue el tsunami. Los japoneses estaban esperando el terremoto. En el curso te explican que cada 180 años más o menos se produce un gran terremoto. Esto no los agarra desprevenidos», aseguró.
No es la primera vez que este argentino sufre un terremoto en Japón, pero «lo increíble de este terremoto fue la duración que ha tenido. Temblores de 3-4-5 minutos. Los otros no pasaban ni de un minuto», recordó Alejandro.
A su paso por las rutas, Alejandro fu descubriendo el desastre. «Ibaraki está muy destruida, vi edificios derribados, autopistas partidas por el medio. Asusta, realmente asusta. Es algo ilógico, en mi cabeza. Es una guerra, pero no hay enemigo. Es la naturaleza la que castiga», se emocionó.
«Vi mucho fuego, fabricas incendiadas. En Ibarki me sorprendió la cantidad de incendios y casas caídas. Es tremendo», dijo sin poder salir de su asombro.
Aunque aliviado, Alejandro tiene por delante un arduo camino. «Ya no hay nafta yendo hacia el norte. Voy en sentido hacia Rusia para que se entienda. Ya en Nigata escasea. No sé cómo voy a hacer. Pero algo voy a hacer. Tengo que llegar», se animó.

Fuente: Clarín

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