«Me pregunto hasta cuándo Japón debe sufrir»

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Yoshimitsu Hentona hace 45 años que llegó desde Okinawa, la ciudad que la historia ligó con la derrota japonesa en la segunda historia mundial. Allí aún subsiste una base militar norteamericana, símbolo del costo por el conflicto bélico.
Yoshimitsu lamenta el empecinamiento de la muerte con el pueblo de filosofía oriental que superó las secuelas del eje fascista para convertirse en una potencia mundial.
«Antes tuvimos la guerra y ahora el tsunami y el peligro nuclear. Es muy triste», reflexiona resignado.
De sus orígenes, Yoshimitsu conserva su pasión por las plantas de bonsai, la tradición de la tintorería en calle Suipacha y la nostalgia por las paradisíacas playas del Pacífico.
«Disculpeme, creo que cuando hablo solo me entiende mi mujer», advierte sonriente, pero su mensaje es claro. La vida en Río Cuarto no le quitó el acento, pero le añadió rasgos distintivos como el «ché» ó «viste…»
En Okinawa aún viven su hermano y su padre. Allí también fue de visita su sobrino riocuartense, quien espera regresar pronto en un vuelo de urgencia que lo libere del pánico.

– ¿Cuánto hace que llegó a la Argentina, a Río Cuarto?
– Cuando vine de Japón llegué directamente acá, voy a cumplir 45 años en Río Cuarto. Vinimos porque mi mamá es Argentina, aunque se casó en Japón. Después, con la segunda guerra mundial decidimos partir.

– ¿A qué distancia está Okinawa  de la zona del Tsunami y el peligro nuclear?
– Queda lejos, está a 1.500 kilómetros del lugar del conflicto. De todos modos, vivimos con mucho dolor lo que sucede.

– ¿Qué piensa cuándo ve esas imágenes del agua arrasando ciudades?
– No puedo imaginarlas. En 1960, cuando tenía 10 años un sismo en Chile generó un tsunami. Fuimos a visitar a mi abuelo a una ciudad sobre el mar y ese día el agua se llevó hasta los puentes.

– Los japoneses conocen del riesgo de un tsunami y que puede ocurrir en la país, sin embargo esto parece superar cualquier previsión…
– Estaba mirando un libro de historia y allí se decía que algún día podía pasar. En 1923, se produjo un grave terremoto en Tokio y esto se podía dar nuevamente.

– Se advierte en el pueblo japonés un civismo que sorprendió al mundo. No hubo protestas, ni saqueos, ni aprovechamientos en los precios…
– Hasta a mi me sorprende. Hace 45 años que vivo en la Argentina y he visto muchos saqueos, pero allí todo fue muy ordenado. Es la forma de ser del pueblo.

– Es un pueblo formado para enfrentar estas tragedia.
– Si. Hay capacitación, siempre.

– La segunda guerra mundial, las bombas atómicas, los terremotos, el tsunami… parece Japón un país signado por tragedia.
– Me pregunto hasta cuando Japón debe sufrir. La gente ha sufrido mucho por guerras y tsunamis y no se olvidan de ese dolor. Muchos dicen que los japoneses no son demostrativos, pero necesitamos salir adelante.

– ¿Usted tiene familiares en Japón?
– Si, tengo a mi hermano y mi padre. Al día siguiente pude hablar con ellos y están bien. Les avisaron que podía llegar el tsunami a Okinawa, pero solo hubo una subida del mar.

– ¿Después de lo que pasó quisiera que volvieran?
– Siento lástima por tanto sufrimiento, pero no se. Después de la guerra muchos se vinieron y con el tiempo volvieron porque aman su tierra. No se que pasará ahora…

– ¿Qué opina de lo se dice de la crisis nuclear?
– Hay que tener cautela, aunque miedo tenemos todos. Dicen que tiene mucho potencia el riesgo, es preocupante.

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