La AFIP detectó ocho talleres textiles clandestinos con más de 20 trabajadores

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La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) detectó ocho talleres textiles clandestinos en tres barrios porteños, donde había más de 20 trabajadores que realizaban su actividad «en forma ilegal» y vivían «hacinados».
Los operativos se realizaron en los barrios de Mataderos, Flores y Floresta, en los que se relevaron a 36 trabajadores, de los cuales 24 no se encontraban registrados, informó la AFIP.
Durante los operativos, que se realizaron el viernes pasado, se constató que los trabajadores, en su mayoría extranjeros, cumplían «una jornada laboral de hasta 15 horas».
La mayoría los trabajadores relevados «están tercerizados y desconocen quién es su verdadero empleador», aunque «son conscientes de que desarrollan la actividad sin cobertura social y que no les están haciendo los aportes para jubilarse».
Algunos operarios «declararon que trabajaban para la marca de ropa MAB», reveló el organismo.
En este sentido, se informó que «en uno de los talleres, ubicado en la calle Azul del barrio de Floresta, se constató que las prendas ya confeccionadas tenían adheridas etiquetas de la marca MAB».
El secretario general de la Asociación Obrera Textil, Jorge Lobais, calificó de “criminal” al trabajo esclavo, e instó a la Justicia a que “actúe con la mayor severidad que le permita la Ley” para terminar con esta opresión incalificable a los trabajadores.
De los operativos, que se realizaron para «controlar el empleo formal en la industria textil», participaron inspectores de la Dirección General de los Recursos de la Seguridad Social (DGRSS) y de la Dirección General Impositiva (DGI), de la AFIP.
Además participaron agentes de la Dirección Nacional de Migraciones, del Ministerio de Trabajo de la Nación y Gendarmería Nacional.
La mayoría de los talleres «se encuentran en un evidente estado de deterioro, ya que en los ambientes se pueden observar deficiencias tanto de luminosidad como de ventilación».
Además, «se registró la presencia de cables y llaves eléctricas expuestas que podrían provocar un riesgo para los operarios».
En tanto, el taller de Floresta «contaba con un subsuelo de reducidas dimensiones y carente de ventilación, donde se constató la presencia de máquinas de coser apiñadas que, si bien no se encontraban ocupadas al momento de la fiscalización, estaban calientes al tacto y tapadas con mantas», precisó el organismo.
Asimismo, se constató la existencia de olores nauseabundos provenientes de los reductos que oficiaban, según los residentes, de baños y cocina

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