No estaba muerto, estaba de… En Neuquén velaron al hombre equivocado

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Es una de esas historias que, de tan increíbles, en una película made in Hollywood sería cuestionada por inverosímil. Pero ocurrió: hay caras desencajadas por la sorpresa, trámites judiciales y hasta un desmayo que así lo prueban. Arturo Montecinos, un mecánico neuquino de 46 años, fue dado por muerto, y hasta hubo un velorio y un entierro en un cementerio privado con su nombre. Pero estaba –está– bien vivo.
El jueves 2 de este mes Arturo discutió con su compañera, con quien convive desde hace 25 años, y se fue del taller que tiene en la misma casa. Salió con su auto, pero lo dejó abandonado en la zona de bardas. En la guantera olvidó el celular, por lo que desde ese momento sus familiares, que lo llamaron infinidad de veces, no tuvieron forma de comunicarse con él. A partir de allí se sucedieron una extraordinaria serie de hechos fortuitos y confusiones.
El viernes siguiente hallaron el vehículo de Arturo abandonado, por lo que esa misma noche la familia hizo la denuncia de su desaparición en la comisaría 18. El domingo pasado la policía de Río Negro encontró un cadáver en un canal de riego de la ciudad de Cipolletti, vecina a Neuquén. El cuerpo tenía algunas características físicas similares a la persona que buscaba la comisaría neuquina. Así, el lunes el juzgado de instrucción 2 de Cipolletti citó a la familia de Montecinos para que vieran ese cadáver en el Cuerpo Forense de General Roca.
Como el rostro estaba irreconocible, su compañera y la hija de ésta, de 20 años, dijeron reconocerlo por una cicatriz en un brazo y otra, al altura del estómago, de una operación. El pelo canoso, la estatura, la ausencia de piezas dentarias y la supuesta edad terminaron por darle cierta certeza al trámite.
El martes salió un aviso fúnebre en el periódico local La Mañana con el que CALF (Cooperativa Provincial de Servicios Públicos y Comunitarios de Neuquén Limitada) participaba del fallecimiento de Arturo Montecinos (43 años, decía el aviso) y anunciaba la hora y el lugar de la inhumación. A las 18 de ese día se realizó el entierro en el cementerio privado Jardín del Recuerdo.
Como si se tratara de un relato de Edgar Allan Poe o H. P. Lovecraft, al día siguiente el muerto volvió a la vida. O, para ser precisos, la insólita y dolorosa confusión llegó a su fin.
Según relató el hombre al diario Río Negro, los primeros que lo vieron fueron unos chicos del barrio que se asustaron cuando los saludó. La hija de su pareja contó ayer que aparecieron unos vecinos gritando “¡tu papá está vivo!”, y ella los corrió porque temía que los escucharan su hermana menor, que sí es hija de Montecinos, y su mamá. Arturo apareció detrás de los vecinos y le extendió los brazos para saludarla. Justo en ese momento salían de la casa su hija y su esposa, que al verlo cayó desmayada y debió ser atendida en el Hospital Heller, ubicado a unas pocas cuadras, donde ingresó en estado de shock.

Fuente: Clarín.

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