El debate sobre el aumento jubilatorio

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      Finalmente los defensores a ultranza del aumento del gasto público, Nestor y Cristina Kirchner, se han convertido en fiscalistas equilibrados. Sostienen que no es posible pagar el 82 % movil a los jubilados y que no se debe jugar con ellos. En efecto pagar jubilaciones equivalentes al 82 % del salario mínimo (1500 pesos) implica pasar a una jubilación de 1230 pesos aumentando 335 pesos a cada uno de los 4,2 millones de beneficiarios. Esto implica unos 1400 millones de pesos por mes o sea contando el aguinaldo unos 18.300 millones de pesos al año. Esto sin contar el aumento del salario ni de la movilidad jubilatoria en la segunda parte del año. Tampoco incluye la actualización de las jubilaciones mayores a la mínima reconocidas por la Corte en el fallo Badaró.

      Como se sabe el matrimonio presidencial nunca implementó un pacto fiscal. Usó la concentración del poder para gastar discrecionalmente y en base a concesiones a sus aliados políticos de turno. Se gastaron 6 años de crecimiento y se dilapidó un ingreso transitorio derivado de las exportaciones de soja como si esa bonanza fuera para siempre. Ahora nos enteramos que China luego del conflicto comercial con Argentina por las trabas a sus productos (que replicó con el cierre del ingreso del aceite de soja Argentino) está decidida a producir su propio aceite lo que muestra que nuestro país tiene las horas contadas con ese tipo de mercados. Era lógico. Si China ha logrado producir desde electrodomésticos a computadoras, entonces era cuestión de tiempo para que empezara con cosas como los derivados de la soja. La primera cuestión entonces, es que se han perdido un monton de años sin acordar un pacto fiscal, sin un plan, sin un rumbo claro más allá de la discrecionalidad personalista del Presidente. Ahora con la magia propuesta por la oposición de aumentar el gasto en miles de millones de pesos, aparece la mesura de Nestor Kirchner. El Gobierno aparece como el defensor del equilibrio responsable cuando la oposición toma su propia medicina y la potencia. De esa forma entre el Kirchnerismo para el cual no existe la palabra ajuste, y la oposición que busca aumentar subitamente el gasto, el país sigue su marcha hacia problemas verdaderamente fenomenales.

      El problema no termina ahí. El gobierno primero aumento la presión fiscal. Impidió el ajuste de los balances por inflación. Computó ganancias inexistentes, luego fue por las retenciones del campo, luego privatizó las AFJP, luego utilizó reservas. Todo eso en un contexto donde los recursos que obtenía eran considerados ingresos corrientes. En el caso de los aportes previsionales jamás fueron contabilizados como una deuda a largo plazo. No se piensa aquí que cada aporte que hace un trabajador es como la compra de un titulo que luego debe pagar su cupón. El resultado inexorable es el permanente default de la deuda con los jubilados. Su licuación. El achatamiento hacia las jubilaciones mínimas como en el caso de los Kirchner que lograron licuar parte de las jubilaciones superiores al mínimo llevando entonces la participación de quienes cobraban la jubilación mínima del 45 % del total de jubilados al actual 75 %.

     En Tercer lugar no hay ni una sola palabra del Kirchnerismo en parar de dilapidar la plata de los jubilados en subsidios de todo tipo. En la época de Frondizi, por primera vez la inflación pasó del 100 % anual. Como los fondos jubilatorios se gastaban en proyectos de largo plazo y se entregaron títulos no indexados a las cajas, todo termino en el vaciamiento del sistema previsional. Ahora las cosas son peores con los aportes de los jubilados se ha dado crédito a empresas privadas como la general motors, se han entregados computadoras portátiles, decodificadores de TV digital estatal, créditos para infraestructura y se han incrementado en unas dos millones de personas los beneficiarios sin los aportes correspondientes. Todo eso debió hacerse reorganizando el gasto público y no vaciando las cajas de jubilaciones.

     En cuarto lugar la política del Gobierno no ha conseguido eliminar el trabajo en negro que sigue en niveles altísimos. Esta realidad está ligada a la tasa de dependencia, esto es la cantidad de trabajadores activos que se requieren para mantener un ciudadano pasivo. La tasa de dependencia aumenta con el envejecimiento de la población o cuando el Estado reduce la edad de las personas para jubilarse. El problema es común en muchos países donde el valor presente de las obligaciones acumuladas por el Estado para con los aportantes retirados supera en 300 % el PBI. Por eso se aumenta la edad de retiro. En Argentina ni siquiera se contabiliza la deuda del Estado con los aportantes actuales como tal, mostrando los desajustes de un sistema contable que alimenta la ilusión Argentina de vivir en base a magia permanente. Para pagar entonces el 82 % móvil con una retención del 19 %  (11 de aporte personal y 8 de la contribución patronal) hay que tener 4,3 aportantes por jubilado (82/19), hoy solo hay 1,3. Por lo tanto urge tener una política laboral que permita eliminar el trabajo en negro. No hay ninguna posibilidad de sostener un sistema jubilatorio con envejecimiento poblacional, con incorporación de beneficiarios sin aportes sin una base contributiva que lo soporte. La austeridad actual de los Kirchener entonces debe ser puesta en perspectiva. Sin un pacto fiscal, sin planes de largo plazo, dilapidando recursos, no contabilizando apropiadamente la deuda previsional, y con una población laboral en negro producto de sus propias políticas inadecuadas hacen de este pedido de “equilibrio fiscal” de Nestor Kirchner apenas un reconocimiento de sus propias torpezas a lo largo de demasiados años de bonanza desperdiciados.

Roberto Tafani

 

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